La asociación sin fines de lucro llamada Healthy Babies Bright Futures (HBBF), que tiene como objetivo reducir la exposición de los bebés a productos químicos tóxicos, recientemente probó cerca de 170 alimentos para bebés en busca de metales pesados como plomo, arsénico, cadmio y mercurio.
En un informe publicado el 17 de octubre, el grupo escribió que el 95% de las muestras analizadas contenían dichos metales, y una cuarta parte de los alimentos para bebés analizados contenían los cuatro químicos. Sin duda, uno de los lugares más preocupantes al momento de encontrar contaminantes es en la comida de los niños, ya que las vías metabólicas de los bebés no han creado inmunidad a los peligros ambientales.
Además por su peso, bastante menor al de cualquier humano medio, los pueden hacer más vulnerables a los efectos de los productos químicos tóxicos.
En concentraciones suficientemente altas, estas sustancias químicas podrían tener efectos perjudiciales en el desarrollo del cerebro de un niño, incluido su coeficiente intelectual.
Sin embargo, la Administración de Drogas y Alimentos de los EU (FDA) no ha establecido límites de seguridad para una serie de alimentos para bebés comunes que se sabe que contienen metales pesados, incluidas las fórmulas infantiles, los cereales y las frutas y verduras enlatadas. Incluso cuando existen límites de seguridad, los grupos ambientalistas han encontrado concentraciones químicas que exceden el umbral de la FDA.
El informe encontró altos niveles de arsénico en los cereales a base de arroz.
Las pruebas se realizaron entre 2014 y 2017 en 14 áreas metropolitanas de los EU. Los alimentos provenían de más de 60 marcas y 17 minoristas diferentes, incluidos supermercados.
De todos los alimentos para bebés analizados, se descubrió que los alimentos a base de arroz tienen las concentraciones más altas de metales pesados.
Entre estos alimentos, el informe identificó el arsénico como el “metal tóxico primario de preocupación”, y a los cereales a base de arroz como “la principal fuente de arsénico en las dietas de los bebés”.
El arsénico se forma naturalmente en la corteza terrestre. La exposición al compuesto se ha relacionado con problemas de desarrollo cerebral en los niños, incluida una función motora más lenta, memoria disminuida y coeficiente intelectual en las mismas condiciones. También puede provocar defectos de nacimiento y un mayor riesgo de cáncer, enfermedades cardíacas y diabetes.
Con información de Forbes Centroamérica