ChepeCletas: Un recorrido nocturno por las historias que guardan los barrios josefinos

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ChepeCletas lleva ya años organizando paseos urbanos que permiten revivir, de alguna manera, el pasado. Aquel jueves el turno iniciaba en barrio Amón y terminaba en barrio La California. La intención era conocer un poco de la arquitectura de la época que se conserva, así como reconocer los crímenes famosos, como el de Moreno Cañas.

La convocatoria inició muy puntual, con cerca de 40 personas frente al Teatro Nacional; ansiosas.

Los tres guías -Roberto Guzmán, Óscar Benavides y Carla Quesada- nos recibieron con tradicionales cajetas que desaparecieron de la bandeja en segundos. Para romper el hielo entre el grupo, una dinámica de estiramiento marcó la tónica simpática y relajada de lo que sería el resto del camino.

El grupo de personas que toma el tour de ChepeCletas recibe instrucciones de los guías en varios puntos del recorrido, como frente al Teatro Nacional o en plazas y parques.

Testigos fantasmales

Cada ciudad entre más vieja se hace, más colecciona espectros que nunca callan sus historias. Ellos también eran parte del trayecto.

Frente a la imponente fachada iluminada del Teatro Nacional se repasó cuando su construcción arrancó en 1891, a cargo del arquitecto italiano Cristóforo Molinari Acchipatti.

El Teatro Nacional, en el corazón de San José.

La inquietud de los habitantes de la época, no más de 20 mil en aquellos años, se fue consolidando en una estructura con combinaciones estilísticas muy propias de la arquitectura de antaño del país.

Pero tras los planos están historias como la de los pintores franceses sin pago por un estafador que usó el dinero de sus salarios para huir y comprar esmeraldas, y la exorbitante suma de 200 mil pesos del costo total de la construcción; no puede haber teatro sin fantasma.

Parece que el Nacional no tiene un «fantasma», sino tres de muy distintos caracteres. Sin saber aún si es solo el mito de las clases pudientes, pues hasta no ver y tocar no se puede creer, uno de ellos fue un pintor.

Esos impresionantes frescos de estilo neoclásico le pasaron la factura a uno de los pintores, que ahora deambula por los pasillos quizás buscando un rincón donde pueda pintar. Seguramente, le tortura encontrarse con el ladrón lleno de esmeraldas, que luego de su fuga se suicidó.

La última supuesta aparición es aún más hilarante. Una esposa, un infiel y su amante. Se citan todos en el follé. A la esposa la mataron pensando que sería fácil sacarle de ahí sin que nadie se percatara. Dicen que ella se ha encargado de estar presente hasta en fotos de actos públicos, lo cuentan los rumores josefinos y algunos libros de historia.

Barrio Amón con los brazos abiertos

Los vecinos Tinoco

Amón fue de los barrios que más creció a finales del siglo XIX, vecinos ilustres y pudientes que crearon casas alegóricas a las mejores fachadas europeas. Neoclásico, ecléctico, victoriano y hasta fachadas con estilo neomudéjar y manuelino.

Iniciando las cuadras de barrio Amón, la casa esquinera de color rosado pálido que nos recibe perteneció a José Joaquín Tinoco. Dos días antes que él muriera, y de que su hermano renunciara a la Presidencia, esta casa fue escenario de un banquete de alto rango, quizás el último de esa categoría dentro de esas paredes. Hoy la casa tiene un gran rótulo de venta en una de sus ventanas.

La casa de los Tinoco.

Al día siguiente, José Joaquín salió, caminó un par de cuadras más y recibió un disparo que acabó con su vida. No se sabe aún a ciencia cierta quién fue el asesino; lo ultimo que se supo es que huyó hacia la Avenida 7 hasta la calle que divide con barrio Otoya. Nunca se supo más del asesino. Las teorías apuntan a, desde viudas dolidas, hasta amantes y opositores.

Dos días después de todo aquello, Federico Tinoco huyó a París.

Diversidad estilística

Hoy, en el 2010, una casa alberga las oficinas del Instituto Tecnológico de Cartago (TEC). Perteneció al matrimonio de Carlos Saborío e Isabel Yglesias, su particularidad es que toda la estructura es de catálogo.

En aquellos tiempos las casas eran armables y sus estilos y habitaciones se podían elegir en catálogos. Solo las familias con un estado económico poderoso podían darse esos lujos.

Esta es la casa que otrora perteneciera a la familia Saborio Yglesias. Hoy, alberga las oficinas del TEC:

Así, esta casa se fue cimentando, parte por parte, mientras llegaba en embarque. Data su construcción de 1910 a 1913. Su fachada es muy diferente al común denominador del resto del barrio Amón de la época.

Parece que la tragedia es parte de estas aceras, pues se sabe que el marido muerió en 1917 y la casa debió ser puesta en venta. Su funcionalidad fue muy variada, desde oficinas, apartamentos y en el 2014 el TEC la adquiere restaurándola.

La curiosidad es que el mobiliario es el original. Esto incluye el piano, que cuentan, a veces suena solo un domingo por la tarde. Todo un rumor.

Hombre prolífico es asesinado

Al doctor Ricardo Moreno Cañas el pueblo costarricense le quiere de manera intacta. Lleno de don de gente y carisma nunca negaba atención a un enfermo, no importaba hora ni lugar.

Fue en una esquina, donde si el cruce dimensional de tiempo fuera palpable, veríamos correr al asesino de Tinoco en 1919 y en agosto de 1938 a Beltrán Cortés, asesino de Moreno Cañas.

Cortés guardaba un fuego interno por no tener recuperación en las operaciones que le habían practicado y decidió tomar cartas en el asunto.

Pasó a la casa de Moreno Cañas, tocó el timbre y entró y le  disparó tres veces al doctor. De ahí sale hacia la casa de Carlos Manuel Echandi Lahmann, quien se alistaba pues ya había escuchado la mala noticia de su amigo. Muerió de un disparo en el pecho.

Hacia el final

El grupo de curiosos que conformaban el tour de ChepeCletas no bajó nunca el nivel de interés de cada detalle. Se pasó por el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica (CCPC) -o Centro de Cine-; la casa donde nuca hubo siete ahorcados; el trozo del muro de Berlín en patio de la Casa Amarilla -Ministerio de Relaciones Exteriores y Extranjería-, y finalmente el largo camino hasta la casa de Moreno Cañas en el vivido barrio California.

El parque Nacional, el Centro de Cine y pequeños paseos en barrio Amón son otros de los puntos que el tour urbano tiene en su recorrido.

Poder recorrer estos barrios, con el detenimiento para escuchar cada historia y admirar cada fachada, sin la prisa diaria da un perspectiva de valor de San José. Caminar por las aceras de barrios antiguos finos hace pensar que quizás si camináramos más por la ciudad nos interesaría más comprometernos todos por cuidarla y conservarla.

Al final de cuentas en cada esquina hay muchas historias fascinantes que convergen.

Vía -Elobservadorcr

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