Portugal extendió el jueves hasta al menos mediados de marzo un bloqueo nacional para combatir la propagación del coronavirus, pero su presidente le dijo al gobierno que elabore un plan para levantar gradualmente las estrictas reglas.
Portugal libró su batalla más dura contra la pandemia el mes pasado cuando registró el peor aumento mundial de nuevas infecciones y muertes per cápita en semanas, con su servicio de salud al borde del colapso.
“Lamentablemente continúa la situación de calamidad pública provocada por la pandemia de COVID-19”, dijo el presidente Marcelo Rebelo de Sousa en un comunicado, explicando que si bien el número de casos ha disminuido, la presión sobre los hospitales sigue siendo alta.
El cierre, sin embargo, ha reducido rápidamente el número de casos y muertes diarias, con solo 49 muertes y 1,160 casos nuevos el jueves, niveles vistos por última vez en octubre cuando las empresas aún estaban abiertas.
Rebelo de Sousa dijo que se debe preparar un plan para flexibilizar las reglas de cierre para que, cuando la situación de la pandemia lo permita, las medidas puedan levantarse gradualmente. En mayo de 2020, el gobierno adoptó un enfoque sector por sector para salir del confinamiento.
“El desconfinamiento futuro debe planearse en etapas, basado en recomendaciones de los expertos y en datos objetivos”, dijo Rebelo de Sousa, y agregó que se necesitaban más pruebas de COVID-19 y rastreo de contactos para que la flexibilización de las medidas sea un “éxito”.
El parlamento votó para extender el bloqueo hasta al menos el 16 de marzo. Entró en vigor el 15 de enero, impuesto por primera vez desde la ola inicial. Los servicios no esenciales están cerrados, el trabajo a distancia es obligatorio siempre que sea posible y las escuelas están cerradas.
Según la ley portuguesa, las regulaciones deben revisarse cada 15 días, pero el primer ministro Antonio Costa dijo anteriormente que probablemente durarán hasta fines del próximo mes.
