Dos mujeres investigan cómo conservar la naturaleza en Costa Rica

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“Costa Rica verde” es una frase que probablemente ha escuchado en algún momento de la vida. Sin entrar en una discusión de si esto es cierto o no, muchas personas velan para que los bosques realmente sean verdes y para que la diversidad de especies de flora y fauna prevalezca ante las distintas amenazas humanas y climáticas. Las áreas de conservación en Costa Rica cubren un 25% del territorio del país, según datos del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).

Desempeñarse en el campo, con botas, sombrero, ropa holgada y con machete en mano era una tarea típica de los hombres. No obstante, esta situación cambia con los años y ahora encontramos más féminas en la labor de guardaparques, estos son los casos de Milena Gutiérrez Leitón y Reina Sánchez Solano.

Cuidadora de árboles en Guanacaste

Milena Gutiérrez Leitón es una de esas mujeres que contribuyen con su labor a la protección de estos sitios, ella es guardaparque en el Área de Conservación de Guanacaste (ACG), del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae).

Cuando Milena tenía cinco años, pasaba horas jugando con su hermano mayor en el cafetal cubierto de frondosos árboles frente a su casa, en Sabanilla de Montes de Oca. “Disfrutaba de la sombra que ellos hacen justamente en esta época”, cuenta, al referirse a los meses de verano.

Ese cafetal, o el bosque —como lo llamaba en ese entonces—, tenía árboles grandes con flores anaranjadas. Un día, llegaron grúas enormes a cortarlos para empezar a tratar el terreno. El colegio Metodista estaba iniciando su construcción a finales de la década de los años setenta.

“Cuando botaron esos árboles, a mí me dolió mucho. Yo me acuerdo bien de que le dije a mi mamá: ‘voy a estudiar algo relacionado con los árboles, para cuidarlos’”, recuerda Gutiérrez, casi 40 años después.

Fue en las clases de Biología, en el colegio, cuando Milena se dio cuenta de que esta rama de la ciencia era lo que ella había querido estudiar desde pequeña. Mientras cursaba el décimo año, el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) llegó a exponer las distintas carreras que ofrecía. Ingeniería Forestal resultó ser la opción que ella estaba esperando.

“Yo dije: ¡wow árboles, esta es mi carrera! Y, bueno, así me decidí. Recuerdo que le dije a la orientadora que yo o iba al TEC a estudiar Forestal o no estudiaba nada, y aquí estoy. Tengo 22 años de trabajar en restauración y silvicultura de bosques, y estoy feliz”, añade la guardaparque.

Mientras estudiaba, era asistente en el Laboratorio de Biotecnología del TEC (Biotec). Su tesis sobre la reproducción in vitro de la teca (Tectona grandis) fue el primer trabajo de graduación de Ingeniería Forestal en el Biotec. “Creo que ahí se sembró en mí la espinita de la investigación”, comenta Gutiérrez.

En junio de 1997, Milena alistó un bulto con unas cuantas mudadas y tomó un bus para Guanacaste, pues le habían ofrecido un trabajo por seis meses en la ACG, allí fue asistida por Marielos Molina Artavia, ingeniera forestal, quien tenía a cargo las investigaciones forestales, así como los proyectos de restauración y silvicultura del área en ese entonces.

En la actualidad en el ACG trabajan 22 mujeres y 72 hombres funcionarios, Gutiérrez y su compañera María Martha Chavarría son las únicas dos guardaparques que investigan en la ACG.

La restauración de bosques es uno de los quehaceres que más le gustan a Milena, pues las primeras mediciones y análisis de una zona en malas condiciones culminan en bosques verdes y altos.

“Ver un bosque ya establecido, con diversidad adentro, con huellas de dantas o de un jaguar es algo muy especial. Saber que uno le dio ese empujón a la naturaleza para llegar a ese punto”, comparte Gutiérrez.

Ella trabaja en la Estación Experimental Forestal Horizontes de la ACG, establecida en 1989. Se encarga de la conservación genética de especies y de recolectar semillas para reforestar especies a nivel nacional e internacional.

Al “monte”, como le dice al interior de los bosques, ha ido varias veces con sus dos hijas, ahora de 19 y 15 años. Expresa que se siente agradecida porque a sus hijas realmente les gusta la naturaleza. A pesar de que el proceso de criarlas no ha sido fácil, reconoce que ha logrado sacar adelante las tareas de mamá y de guardaparque a la vez.

“Guardaparque no solo es quien está cuidando y cobrando una entrada, somos todos los que aportamos para que las áreas protegidas estén saludables y para que la biodiversidad sea conservada”, finaliza.

A metros de un volcán

Reina Sánchez Solano comparte la pasión por la naturaleza. Su mayor interés es que las comunidades aledañas a las áreas protegidas obtengan el mayor provecho del lugar donde viven. Ella es guardaparque del Parque Nacional Volcán Turrialba desde hace diez años.

En la Universidad Estatal a Distancia (UNED) estudió Biología con énfasis en Ecología y Desarrollo Sostenible, con un enfoque en el manejo de los recursos naturales.

El proyecto de investigación en el que más se ha involucrado está relacionado con el monitoreo y estudio de mamíferos en ese parque nacional. Esto significa que Reina y sus colegas tenían que registrar huellas, excretas e indicios de alimentación. Sin embargo, la actividad eruptiva del Turrialba ha detenido dicho examen.

“Ahorita no se hace muestreo de mamíferos, porque algunas especies han tenido que emigrar por la actividad volcánica, entonces hemos tenido que poner en pausa ese proceso y otros. Por ejemplo, queremos empezar a estudiar el impacto del cambio climático en el páramo, pero no hemos podido hacerlo por la misma razón”, indica Sánchez.

Debido a esa circunstancia, la guardaparque se ha dedicado a recoger las cifras científicas y los datos técnicos de entidades como el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) y a traducirlas para las personas, por medio de programas de educación ambiental y manejo de recursos naturales en comunidades que conviven con un volcán activo.

Sánchez es mamá de tres hijos de 12, 10 y 3 años. Al igual que Milena, considera que desempeñar sus dos pasiones, la maternidad y el trabajo, ha sido difícil. Por esto, pensó pedir un traslado a un puesto administrativo, en una oficina con un horario de lunes a viernes.

“Soy una mamá guardaparque de tres hijos. Cuando ocurrieron las erupciones más fuertes en el 2016 no podía venir al volcán porque estaba embarazada. He perdido muchas fechas importantes con mis hijos y ellos han tenido que adaptarse. Ha sido complicado, pero lo he logrado”, señala Reina, vecina de Pacayas de Alvarado, en Cartago.

Sánchez es la única mujer guardaparque entre sus cuatro compañeros masculinos. Tiene una jornada de diez días laborables y cinco días libres. En su trabajo en el Parque Nacional Volcán Turrialba, está principalmente en el campo y en los alrededores del cráter. Mientras tanto, su tiempo libre lo aprovecha con sus hijos y trabaja en su tesis de licenciatura.

Según cifras del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt), alrededor del 40 % de las personas investigadoras en el país son mujeres. Esta participación es todavía más desigual, con respecto a los hombres, “tanto en la atracción, la formación, la capacitación y el empleo de calidad, en los diferentes campos de la ciencia, la tecnología y la innovación”.

(*) Valeria García Bravo, Asistente, Oficina de Divulgación e Información UCR.

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