El turismo y la agricultura son esenciales para la subsistencia de las comunidades de todo el mundo; y su impacto en el estado y gestión de la biodiversidad, sus contribuciones y afectaciones en contextos de crisis sanitaria, cambio climático y recesión económica, atañen de manera particular a la región Mesoamericana.
Por esa razón, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y Biodiversity Partnership Mesoamerica (BPM) realizaron un diálogo para conocer las nuevas experiencias de Agro y Ecoturismo en la región, como seguimiento a la serie de webinar “Modelos de negocios sostenibles para la Biodiversidad en Mesoamérica”.
Este espacio de diálogo abordó la relevancia de las conexiones e interdependencias entre los ecosistemas y las comunidades humanas, y el rol fundamental de las sociedades en la generación de propuestas creativas que respondan a un eficiente aprovechamiento de los recursos naturales, que propicie relaciones sociales más igualitarias e impactos ambientales equilibrados y regenerativos.
En este marco, el Ministro de Turismo de Costa Rica, Gustavo Segura, compartió la experiencia del país y su modelo de desarrollo turístico, que motiva a una transformación cultural, con prácticas agrícolas alineadas al esquema nacional de sostenibilidad.
Al respecto, el Oficial de Comercio y Sistemas Alimentarios de la FAO para Mesoamérica, Pablo Rabczuk, explicó que es ineludible el papel que el turismo puede tener como sector de oportunidades para las comunidades rurales y como impulsor de la recuperación social y económica, particularmente ahora en el marco de la pandemia, a partir de la cual se presenta la oportunidad de reconstruir un turismo más sostenible, más justo, que promueva destinos rurales no tradicionales y que promueva medios de vida más resilientes para las comunidades rurales.
En el contexto de la cumbre para la transformación de los Sistemas Alimentarios 2021, y con el recientemente firmado Memorando de Entendimiento con la Organización Mundial de Turismo desde la FAO “estamos comprometidos con la generación de acciones significativas y consensos para incrementar la resiliencia de las comunidades rurales frente a los problemas sociales y económicos a todo nivel. Fomentar el turismo sostenible e inclusivo en dichas comunidades, con especial énfasis hacia los jóvenes y las mujeres, a efectos de que sus productos puedan tener acceso tanto al mercado local como al global está en el foco de nuestros esfuerzos”, señaló Rabczuk.
De acuerdo con informes de las Naciones Unidas, incluso antes de la pandemia de COVID-19, el hambre seguía aumentando. En 2019, casi 690 millones de personas, es decir, casi una de cada diez personas en el mundo, pasaron hambre. Al mismo tiempo, según las estimaciones del Banco Mundial, el impacto económico de la pandemia podría empujar a unos 100 millones de personas a la pobreza extrema.
El aumento de las tasas de desempleo, la pérdida de ingresos y el aumento de los costos de los alimentos están poniendo en peligro el acceso a los alimentos en los países desarrollados y en desarrollo por igual. Los pequeños agricultores y sus familias, los trabajadores del sector alimentario en todos los ámbitos y los que viven de las economías dependientes del turismo y de los productos básicos son particularmente vulnerables.
Es por ello oportuno pensar en el Agro y Ecoturismo, como una alternativa para contribuir con la reactivación económica post pandemia y a la vez promover la conservación y restauración de la biodiversidad en momentos tan difíciles para el mundo y para el sector turismo. El Presidente del Biodiversity Partnership Mesoamerica, George Jaksch, añadió: «La conservación de la biodiversidad propicia la creación de negocios más rentables; para esto se requiere 3 condiciones: compromiso de las empresas, acciones que producen resultados y alianzas y colaboraciones».
Los equipos de FAO y BPM señalaron que, además, el agroturismo beneficia a los agricultores y las comunidades rurales, pues les permite recuperar y diversificar sus actividades económicas y crear una nueva demanda para sus productos agrícolas; siempre y cuando se gestione adecuadamente a fin de evitar posibles repercusiones negativas en el medio ambiente, los recursos agrícolas, la biodiversidad, y las vidas y culturas de las personas que residen en estas zonas.
El diálogo contó además con la participación de panelistas y comentaristas, expertos en la temática, entre ellos Mónica Gutiérrez, Coordinadora de Sostenibilidad en Península Papagayo; y Adolfo Quesada, Gerente Operativo de La Tigra Rainforest Lodge, ambas experiencias de Costa Rica. Asimismo, Tessa Sandoval, Coordinadora del Programa Biodiversidad y Negocios del GIZ en Honduras; y Adriano Campolino, Oficial Senior de Políticas de la FAO, en Roma, quien destacó aspectos que relacionan el Agroturismo con la inclusión social, como la relación con la comunidad, la generación de empleo, la sostenibilidad de las fincas y la resiliencia frente al cambio climático.
Adicionalmente, se contó con la intervención del Sr. David Cabrera, Director Ejecutivo del Centro Regional de Promoción de la MIPYME (CENPROMYPE), quien señaló que «El 90% de los proveedores turísticos en Centroamérica son MIPYMES, y de esas, el 50% son lideradas por mujeres. De ahí que es importante visualizar el turismo como opción para la recuperación social y económica».
Para concluir la discusión, la FAO y BPM hicieron un llamado hacia la vinculación y alianza multisectorial, particularmente con el sector privado, para la construcción de soluciones y propuestas dinámicas, innovadoras y adaptadas a los entornos y demandas específicas. Así como al fortalecimiento del diálogo e incidencia con los gobiernos e instancias intergubernamentales, de manera que queden trazadas mejores y más efectivas condiciones de sostenibilidad y conservación de la biodiversidad en la región.
Fuente: elmundo.cr