Agua Dulce: Un refrescante emprendimiento familiar

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Según la Organización de Estados Americanos (OEA), la actual situación política en Venezuela ha desplazado a más de 4.6 millones de habitantes de este país sudamericano.

La familia Simancas, es una de las tantas que tuvo que abandonar esta nación, y encontró en Costa Rica la oportunidad de desarrollar una empresa propia y que, al mismo tiempo, les permite recordar su tierra.

Agua Dulce, una bebida 100% natural a base de azúcar de caña, fue el producto elegido por el clan.. Y desde el 2014 el producto irrumpió en el país para, poco a poco, insertarse en diferentes cadenas de mercados nacionales como Auto Mercado, Más x Menos y Walmart.

Empezó en el 2014, como una producción rústica de la cual lograron vender unas 24 latas. No obstante, cinco años después, su última producción fue de 36.000 unidades, según explicó Verónica Rojas Simancas, directora de Relaciones Públicas de la compañía familiar.

Durante ese lustro, la empresa logró afianzarse en el país, desarrollar un segundo sabor y, ahora, espera llevar a cabo su primera exportación la cual, si todo sale según lo planeado, sería, en el 2020, a los Estados Unidos. Todo esto gracias a una inversión inicial de $10.000 y mucho esfuerzo.

Comidas en común

Rojas comentó que su tío, Juan Simancas, tuvo la idea original. Él fue el primero de la familia en llegar a Costa Rica, en el 2009. El hoy presidente de la compañía, notó a su llegada una marcada similitud entre comidas típicas de su país de origen y el nuestro.

Una de esas fue la bebida hecha a base de tapa dulce. Simancas se percató de que en Costa Rica se toma, usualmente, caliente.

“Papelón con Limón” como le llaman en Venezuela y se toma frío. En Costa Rica, especialmente en la zona del Caribe, también existe una bebida a base de tapa de dulce, jengibre y limón. Refrescante coincidencia.

El mercadeo del producto también ha evolucionado. A las degustaciones también se han sumado esfuerzos por patrocinar algunas actividades deportivas. (cortesía Agua Dulce)

“La vida nos ha llevado a que todo es super acelerado. Ya no tenemos tiempo para dedicar a las cosas naturales y tradicionales. Entonces se nos ocurrió hacer todo esto en una lata. Nuestro lema es: ‘una tradición envasada’”, agregó Rojas.

Esta parte del emprendimiento conllevó algunos años; sin embargo, la familia finalmente logró dar con la fórmula actual. La bebida no tiene conservantes, ni preservantes. Tampoco tiene químicos ni azúcares añadidos. El producto es vegano y libre de gluten.

Para lograr mantener su frescura y calidad, los Simancas se dieron cuenta que la clave estaba en un proceso de pasteurización. “El producto tiene una vida útil de dos años, tanto frío como caliente”, agregó la vocera.

“Fue un proceso de investigación. Somos una empresa pequeña y familiar, entonces no tenemos la capacidad productiva de tener nuestros propios equipos. Afortunadamente, dimos con las personas adecuadas, en el momento idóneo”, destacó Rojas.

La vocera agregó que todos los elementos de su producción salen del mercado costarricense. Los ingredientes son comprados a productores nacionales, la bebida se hace en una planta nacional y hasta el diseño fue comisionado a ticos.

Aún no han logrado generar empleos, al menos fuera del núcleo familiar, sin embargo, esperan poder desarrollar su propia planta en los próximos años. Mientras tanto, se muestran felices de poder retribuir con empleos indirectos gracias a la fabricación de su bebida.

Un producto pura vida. En setiembre, la compañía participó en una dinámica especial de Walmart, la cual buscó potenciar productos tradicionales. (cortesía Agua Dulce)

Como hormiguitas

Para lograr dar el salto de un par de decenas de latas a más de 36.000 unidades, la familia destacó dos factores: el apoyo recibido por la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer) y el mercadeo por medio de degustaciones y visitas a supermercados.

“Procomer ha sido una parte esencial de nuestro crecimiento. Nos han dado las herramientas para poder dar todos los pasos necesarios para funcionar, correctamente, en el país. Ahora estamos en el proceso de hacer nuestra primera exportación”, destacó Rojas.

La vocera agregó que la entidad tiene oficinas en otros países que sirven como punto de anclaje. Cuando un producto tiene el potencial de dar el salto a un mercado internacional, la Promotora se encarga de estudiar los clientes potenciales para ofrecer una cartera de opciones a los emprendedores.

No obstante, antes de pensar hacia afuera, hay que pensar hacia adentro, según reconoció Rojas. Ella explicó que, incluso por recomendación de Procomer, decidieron afianzarse primero en el país.

Por este motivo, en el 2016 sacaron al mercado un segundo sabor, el cual tiene jengibre. Además, desarrollaron un agresivo plan de visitas a puntos de venta. De esta forma, no solo pudieron dar a conocer el producto, sino también obtener retroalimentación directa del consumidor

“Trabajando como hormiguitas. Es un proceso largo, de mucho esfuerzo y dedicación. De muchas conversaciones para lograr el primer contacto, hacer citas, llevar muestras, etc. Poco a poco hemos ido abarcando” declaró orgullosa.

Permisos tediosos

Los retos han sido variados, como es normal a la hora de comenzar un nuevo emprendimiento. No obstante, Rojas aseguró que la tramitología de permisos ha sido uno de los escollos más tediosos.

“No es inmediato. Dado que es un producto comestible, hay que tener un análisis químico, una certificación de lo que está en la lata y que corresponda con lo que está en la etiqueta”, explicó.

Sin embargo, los Simancas lograron sortear esta etapa tras una espera de, aproximadamente, seis meses.

Otro reto que mencionó la vocera es la resistencia del mercado costarricense a la hora de aceptar nuevos productos. A pesar de esto, Rojas alabó la lealtad del consumidor tico y añadió que una vez que el consumidor “hace clic” con su producto, “no lo suelta”.

Ahora la familia espera con ansias a que llegue el próximo año. Esperan que a mediados del 2020 puedan realizar su primera exportación, la cual sería a la ciudad de Miami, en Florida, Estados Unidos.

Además, están en el proceso de desarrollar un nuevo sabor al mismo tiempo que sortean los obstáculos de inversión para estrenar su planta propia. De momento, ya van un paso adelante porque hace tan solo dos años lograron recuperar su inversión.

Mientras tanto se muestran satisfechos con lo alcanzado.

“Desde el principio nuestra intención fue en pensar en grande. Por eso la etiqueta, desde un principio fue en español e inglés. Queríamos lograr algo que fuera del agrado de las dos nacionalidades ya que estamos eternamente agradecidos con el país”, sentenció Rojas.

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