Alimentación y medio ambiente son dos ámbitos estrechamente relacionados. Las consecuencias del cambio climático están afectando a los cultivos y los alimentos que consumimos. Esto repercute directamente en nuestra alimentación y en consecuencia afecta nuestra salud. Laura González, responsable de nutrición y salud de Nestlé, explica en “El Bisturí” las claves para conseguir una alimentación saludable en un entorno saludable
Una alimentación equilibrada es elemento básico para el cuidado de la salud. El cambio climático, cada vez más evidente, afecta de manera directa a los cultivos y a los alimentos de los que disponemos.
Medio ambiente y salud van de la mano, por ello Laura González, responsable de nutrición y salud de Nestlé, nos da algunas pistas para contribuir a reducir el efecto invernadero.
“Una familia que se esfuerza cada día por seguir las pautas de una dieta saludable y se hidrata correctamente, pero se pone a la mesa rodeada de un entorno con un aire contaminado, cubos de basura, envases, desperdicios… estará cuidando mucho su alimentación, pero lo que les rodea está mermando su salud. Está claro que una alimentación saludable necesita también de un entorno saludable porque sino nos estamos quedando a medias en el cuidado de nuestra salud”, expone.
Hay que tener en cuenta que la producción de los alimentos que consumimos también tiene impacto en el medio ambiente y genera contaminación, ya que agotamos recursos naturales.
Todos los alimentos necesitan agua y energía independientemente de si son transformados o no durante el proceso. Son los alimentos a base de proteínas animales los que hacen un uso más intensivo de estos recursos y por lo tanto, tienen un mayor impacto en el medio ambiente.
En términos de sostenibilidad la experta en nutrición recomienda el consumo de proteínas vegetales en lugar de animales.
“Los alimentos de origen vegetal y por lo tanto, su consumo, tienen un menor impacto sobre el cambio climático. Si lo comparamos con la producción de alimentos de origen animal producen menos gases de efecto invernadero”, apunta.
El cultivo es una pieza clave para la fertilidad de la tierra y estos alimentos necesitan menos recursos para su producción que los de origen animal. “Para producir un kilo de lentejas, por ejemplo, se necesitan 1250 litros de agua mientras que para producir un kilo de pollo son necesarios 4300 litros”, compara.
El impacto del cambio climático en la agricultura perjudica también la disponibilidad y acceso de determinados alimentos.
Esto afecta de manera directa a la salud de las personas. “En el estudio The Lancet “Alimentos, Planeta y Salud” se indica que los sistemas de producción de alimentos provocan aproximadamente entre el 25-30 % del efecto invernadero, por lo tanto, la alimentación influye en el cambio climático y este a su vez afecta a la agricultura porque sube la temperatura promedio, se producen cambios bruscos en las lluvias, mayor número de inundaciones… que influyen en plantaciones y cultivos y en la producción de alimentos”, señala Laura González.
El aumento de la temperatura terrestre ha obligado al desplazamiento de algunos cultivos a zonas más altas como ya ha ocurrido con el café. El cambio climático no solo afecta la supervivencia de determinadas especies animales, también pone en el punto de mira la disponibilidad de algunos alimentos, lo que supone un grave riesgo para nuestra salud, añade la nutricionista.
¿Qué podemos hacer para frenar el cambio climático?
Frenar esta situación crítica para nuestro planeta está en nuestras manos. “Las grandes empresas pueden tener un impacto positivo muy grande”, sostiene esta experta, quien explica que Nestlé se ha comprometido a alcanzar 0 emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050 con el objetivo de limitar el aumento global de la temperatura a 1,5 grados centígrados.
“Desde la compañía llevamos años trabajando por reducir las emisiones de dos maneras: por un lado el 100 % de la energía eléctrica que usamos en Nestlé España es de fuentes renovables y por otro, queremos reducir el uso de combustibles fósiles por energías que son limpias”, informa. .
Como ciudadanos, continúa, también podemos contribuir con pequeños gestos a frenar el cambio climático reduciendo el uso de energía.
Podemos, por ejemplo, comprar electrodomésticos con etiquetas de eficiencia energética. “Una vez en casa a la hora de cocinar procurar no abrir el horno y mantener las cazuelas tapadas durante la cocción, utilizar el fogón del tamaño adecuado a la sartén y que no sea más grande, evitar meter en la nevera comida que aún esté caliente o abrir la puerta de la nevera lo mínimo y durante el menor tiempo posible” son algunos de los consejos que Laura González propone para reducir los efectos del cambio climático.
Vía – EFE