Discusiones tienen todas las parejas. Quien diga que su relación es una panacea, seguramente falte a la verdad. Dependiendo de la etapa evolutiva del vínculo, a grandes rasgos, las parejas suelen discutir por el manejo del dinero, la frecuencia en las relaciones sexuales, las tareas de la casa, la educación de los hijos, si es que los tienen, y cuestiones referidas a la familia política del otro.
Ahora, crisis, es otra cosa. Es lo que ocurre cuando uno de los integrantes -o los dos- comienza a ver indicios de que hay situaciones y problemas que exceden la instancia de la discusión. Que el diálogo ya no es una alternativa y que se sienten solos, a pesar de estar durmiendo en la misma cama -y compartiendo la vida- con otra persona.
Infobae habló con el licenciado en Psicología Sebastián Girona (MN 44140) quien decidió llevar sus 15 años de experiencia de consultorio con parejas al teatro. En agosto de 2018 se estrenó Terapia en Escena, “una mezcla entre una charla de psicología muy cercana y una pareja de actores que representan a una pareja en crisis con las cosas que le suceden a la mayoría de las relaciones”, según el mismo especialista en vínculos describió.
¿Cuáles son las señales para identificar que una pareja está en crisis?
Existen cinco señales claves para que una pareja sepa que está ingresando a una zona peligrosa y que pone en riesgo su continuidad.
La primera es que uno o los dos integrantes comiencen a darse cuenta de que los problemas que tiene la relación son problemas graves que salen de lo común, que se sostienen en el tiempo y que llegaron para quedarse. Esta primera señal puede parecer obvia pero muchas veces no lo es aunque sucede, habitualmente en el discurso de los hombres, que suelen decir “no estamos tan mal, tenemos los mismos problemas que tienen todas las parejas”.
La segunda señal importante y alarmante es empezar a desestimar una herramienta fundamental de toda pareja, que es el diálogo. El diálogo es el oxígeno de la relación y a partir de eso es clave advertir que cuando una pareja entra en esta zona, uno o los dos integrantes de la relación ya no consideran a esta herramienta como útil. Muchos que están en esta situación suelen pensar “¿para qué voy a hablar si no cambia nada?”. Bueno, cuando el diálogo comienza a escasear la pareja entra en terapia intensiva.
La tercera señal se presenta cuando los integrantes de la relación comienzan a hacer muchas cosas por separado. Está claro que una pareja no tiene que hacer todas las cosas juntas pero cuando esto sucede la pareja comienza a realizar casi todas las tareas cada cual por su lado.
La cuarta señal alarmante y que desencadena una crisis casi terminal es sentirse solo a pesar de estar en pareja. Una persona puede dormir todas las noches en la misma cama con su pareja y sentirse a kilómetros de distancia. Si se presenta esta soledad es muy difícil para la pareja poder volver de ese lugar.
La quinta señal que se presenta muy habitualmente aunque no necesariamente llega es una infidelidad. En un contexto en donde se presentan las cuatro primeras señales, es normal que uno de los dos se fije en otra persona. En ese caso la infidelidad es un síntoma de la pareja y no el diagnóstico en sí mismo. O sea, el diagnóstico tiene que ver con las cuatro primeras señales y la quinta sería muchas veces la consecuencia de las primeras.
¿Qué ocurre cuando solo uno de los miembros advierte la crisis?
Es muy común en las parejas que un solo integrante vea los problemas de la relación y que el otro vea una “película muy diferente”. El “otro” en mi experiencia de consultorio suele ser el hombre, que llega muchas veces a la consulta sin saber muy bien porque está ahí pero al mismo tiempo sabiendo también que si no va la situación estaría peor. La mujer también suele ser la que dice “tenemos que hablar” y poner los conflictos sobre la mesa y a nosotros los hombres el solo hecho de escuchar esa propuesta nos tensiona e incomoda. El diálogo es fundamental y yo siempre digo que es el oxígeno de la relación y la elección de esa palabra es a propósito: sin oxígeno (diálogo) ninguna relación puede sobrevivir. La capacidad de dialogar es clave en una relación y a nosotros los hombres nos suele costar y nos resulta un poco más difícil expresar lo que sentimos y hablar. La mujer maneja esto con mayor facilidad y mayores recursos, por lo menos en general.
Cuando se presentan todas o la mayoría de esas señales, ¿el fin de la pareja es inevitable?
El fin de la pareja no es inevitable, yo siempre digo que en la mayoría de los casos, a menos que suceda algo grave en el vínculo, siempre hay tiempo para separarse, lo cual quiere decir que muchas veces hay posibilidades de hacer algo. Todo depende del grado de daño que tenga la pareja. Habitualmente me preguntan cuál es el grado de efectividad que tiene una terapia de pareja, desconfiando de su eficiencia. Esto es como una enfermedad médica, cuanto más temprano se aborde la crisis más se puede hacer. De hecho una crisis de pareja no es otra cosa que la renegociación del contrato del vínculo. Hay un viejo dicho que dice que “cada pareja es un mundo”; pues la traducción psicológica de ese dicho es que cada pareja tiene un contrato y como no existe el contrato eterno, más tarde o más temprano va a tener que ser renovado, van a tener que cambiar cláusulas en la relación.
Algunas parejas logran renovarlo y otras no. De hecho este contrato que tienen las parejas es mucho más complejo que el contrato que firmamos cuando alquilamos un departamento por ejemplo, y la mayor complejidad tiene que ver con que este contrato tiene aspectos conscientes y aspectos inconscientes, y estos últimos son los más complejos porque en general las parejas no son conscientes de esto.
¿Cuál es la recomendación cuando uno (o ambos) integrantes de una pareja perciben que atraviesan una crisis?
Todo en la vida se sostiene con esfuerzo, mi trabajo lo sostengo de esa forma, mi grupo de amigos también requiere de cierto esfuerzo, mi familia, mis hobbies, etc. La pareja también se sostiene con esfuerzo, pero este concepto tiene mala prensa. Nos encanta pensar en el amor en términos de magia, de hechizo y todas esas cosas, pero lo cierto es que la pareja no es una excepción y también requiere esfuerzo y trabajo. Pero ese trabajo no es agarrar el pico y la pala, ese trabajo tiene que ver con mirar al otro, saber cómo se siente, cuáles son sus proyectos, sus deseos, sus miedos, cómo es su relación con sus amigos, sus vínculos, cómo está en el trabajo, etc. De eso también se trata la intimidad: de saber qué tiene mi pareja en la cabeza. Muchas parejas fallan en esa intimidad y es ahí cuando se produce la soledad en la pareja.
De hecho, todas las parejas tienen que construir un “nosotros” que esté por encima del “vos y yo”. Y ese nosotros, si lo pensamos como un lugar, va a necesitar una construcción y el esfuerzo de los dos pero además nada que se construye se mantiene solo y ese mantenimiento depende también de los dos. Muchas parejas dejan a medio construir ese nosotros o las que lo terminan de construir, difícilmente lo mantengan. Ese mantenimiento tiene que ver con la conexión, o sea con generar ofertas de encuentro en donde se puedan conectar. Pero ojo, para que la pareja se encuentre no necesita una cena en un restaurante caro, un momento de encuentro puede ser un café después de que los chicos se durmieron por ejemplo. Pero esto que suena tan sencillo muchas veces no ocurre.
¿Cuáles son los principales desencadenantes de crisis en las parejas?
Existe una suerte de top five de las peleas más habituales que tienen las parejas. Dependiendo de la etapa evolutiva del vínculo, las parejas suelen discutir por el manejo del dinero, la frecuencia en las relaciones sexuales, las tareas de la casa, la educación de los hijos si es que la pareja tiene y la relación y los límites que se le pongan a las familias de origen de cada uno o sea a la familia política del otro.
Está claro que las parejas se pueden pelear por todo esto y por muchos más motivos, pero hay un factor fundamental que suele estar detrás de todas las peleas y es el poder. En todas las relaciones humanas circula poder, circula poder en un trabajo claramente, circula poder en una familia y también en un grupo de amigos. En ese sentido, la pareja no es una excepción y también circula poder. Lo que pasa es que estamos muy influidos por muchos mitos relacionados con el amor. El mito de que si hay amor la pareja supera todos los problemas es completamente falso. A mí me toca ver en el consultorio muchas parejas que a pesar de quererse se terminan separando y eso pasa muchas veces porque el poder está muy mal distribuido dentro del vínculo. En muchas relaciones uno de los dos tiene mucho más poder que el otro, en lo importante y en lo cotidiano. Esto, en muchos casos, es una bomba de tiempo para la relación.
¿Cómo fue que decidiste volcar tu experiencia en el consultorio en una obra de teatro?
No hay mejor ejemplo a la hora de pensar qué le pasa a una pareja en crisis, que ver a una pareja que está transitándola. Por eso, Terapia en Escena es una mezcla entre una charla de psicología muy cercana y una pareja de actores que representan a una pareja en crisis con las cosas que le suceden a la mayoría de las relaciones.
Me pareció interesante llevar al teatro los conflictos de pareja porque muchas veces las crisis de pareja suelen dejar a los integrantes de la relación dentro de un laberinto y Terapia en Escena es una guía para poder salir de ese laberinto.
Se da una situación especial porque cuando las personas van a ver la obra se llevan pistas para que su pareja sea más sana y mejore los problemas, pero además de reflexionar y pensar, también está el condimento del humor para hacer más llevadera la crisis de la pareja que interpretan brillantemente Gilda Arteta y Alejandro Germaná. Los espectadores se identifican inexorablemente con alguno de los dos porque las cosas que le pasan a las parejas muchas veces se repiten. La obra está dirigida por Germán Polonsky, y la verdad que trabajar con ellos es una experiencia espectacular. La última presentación del año será el sábado 16 de noviembre, a las 20, en el Teatro Border, Godoy Cruz 1838, y las entradas están disponibles en Plateanet.