¿Por qué defiende a alguien que lo violenta? Es el extraño comportamiento que algunos psicólogos tratan de comprender. Se le conoce como el Síndrome de Estocolmo.
Era el 23 de agosto de 1973 cuando Jan Erik Olsson entró a un banco en la ciudad sueca de Estocolmo. Allí tomó como rehenes a tres hombres y una mujer. Una vez que los policías lograron controlar la situación y detener al secuestrador, las cuatro víctimas presentaron un vínculo afectivo con Erik al grado de defenderlo y protegerlo de la autoridad.
Desde entonces, el llamado Síndrome de Estocolmo se popularizó en series de televisión y películas para retratar situaciones donde algunas personas que son víctimas de un secuestro o un suceso violento presentan empatía con sus victimarios
¿Mecanismo de sobrevivencia?
De acuerdo con el especialista, el síndrome visibiliza una paradoja psicológica que le ocurre a algunas personas en momentos críticos como los secuestros. Diferentes modelos psicológicos han buscado explicaciones a esta paradoja.
El psicoanálisis lo explica como un mecanismo de defensa donde hay una identificación con el agresor. Un ejemplo es cuando los niños defienden a sus padres aunque estos sean violentos o cuando las personas que reciben violencia de su pareja continúan con su victimario
El psicoanálisis plantea una identificación con el agresor porque es lo
que se necesita para
sobrevivir. La víctima inconscientemente busca sobrevivir y hace lo que la otra
persona le dice, como una manera de defenderse físicamente y evitar un
desmoronamiento psicológico.
Otra razón es porque hay un “trato amable”, por ejemplo, la persona puede sentir que el secuestrador está actuando a su favor al no maltratarlo e invisibiliza que lo ha privado de la libertad.
Otro trastorno identificado en víctimas de sucesos violentos donde hay una identificación en el victimario, es el disociativo no especificado, donde se crean personalidades alternas como una defensa frente a la realidad.