Consumo regular de antiácidos esconde riesgos poco conocidos

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Son los fármacos más eficaces para disminuir la producción de ácido en el estómago, de allí que se prescriban para síntomas crónicos de acidez y reflujo.

Se trata de los antiácidos del tipo inhibidores de la bomba de protones, entre los cuales están el omeprazol, el lansoprazol, el pantoprazol y el esomeprazol, que tienen una gran demanda en todo el mundo.

El problema es que, aunque pueden parecer inocuos, el consumo regular de estos fármacos se asocia con varios problemas de salud.

«Nosotros nos encontramos regularmente con pacientes que se automedican con este tipo de tratamiento», asegura Fernando Crovari, cirujano digestivo.

Para Crovari, uno de los peligros más graves de  su consumo tiene que ver con que estos productos enmascaran los síntomas del cáncer gástrico. Uno de ellos es el dolor abdominal constante.

«Recibimos frecuentemente a pacientes que tienen cáncer gástrico y que han consultado tardíamente porque no sienten molestia en semanas o meses. Esa es la parte más preocupante para nosotros», comenta el especialista.

Estos productos significan un gran avance en el tratamiento de úlceras del estómago, de manera que sirven para salvar vidas. Sin embargo, explica el especialista que recientemente han aparecido estudios que los asocian con enfermedades cardiovasculares. Aunque los mecanismos aún no están claros.

«Se ha postulado que podrían causar inflamación crónica y así llevar a una enfermedad cardíaca, pero es solo una teoría», dice Crovari. Añade que los antiácidos pueden interferir en la absorción de calcio, de allí que se les vincule además con osteoporosis.

Bajo vigilancia

Un estudio publicado en la revista Nature Communications concluyó que quienes consumen regularmente este tipo de medicinas tienen más probabilidades de desarrollar algún tipo de alergia en el futuro.

También se observó que los riesgos de padecerlas aumentaron especialmente en mujeres y en personas mayores de 60 años de edad.

Para llegar a esas conclusiones, los autores de la investigación analizaron datos de más de 8 millones de personas en Austria.

Otro trabajo publicado en 2017, realizado por la Universidad de Washington, mostró que el uso prolongado de estos medicamentos puede, debido a complicaciones, aumentar el riesgo de mortalidad.

El estudio se basó en las fichas clínicas de 350.000 pacientes de Estados Unidos y se publicó en la revista British Medical Journal.

«Todo este grupo de fármacos debe tomarse bajo indicación médica porque efectivamente tienen potenciales riesgos cuando se consumen a largo plazo», reafirma Andrés Glasinovic, médico familiar de la Clínica Las Condes.

Glasinovic asegura que su uso indiscriminado se ha asociado, además, con el desarrollo de demencia.

Es lo que concluye también un estudio publicado el año pasado en la revista médica JAMA. Este indicó que los mayores de 75 años que toman inhibidores de la bomba de protones tienen 44% más riesgo de padecer demencia.

«Se cree que, al disminuir la secreción de ácido en el estómago, esto hace que no se absorba bien la vitamina B12, lo que puede llevar a problemas del sistema nervioso central», explica Glasinovic.

Ambos médicos son enfáticos en que estos productos tampoco deben suspenderse, en caso de enfermedad, hasta que un especialista así lo indique.

Con información de El Nacional

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