Daniel Calderón, director de la Fuerza Pública: “El principal problema es el tráfico local de drogas”

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El comisario Daniel Calderón, director de la Fuerza Pública, conversó con Iary Gómez, gerente general del Grupo Extra, y Paola Hernández, directora de DIARIO EXTRA, sobre el trabajo que lleva a cabo la policía y otros temas.

¿Cuáles son las principales tareas que ha ejecutado la Fuerza Pública este año?
-Una de las principales tareas que iniciamos fue lograr la coordinación y la articulación entre todas las policías porque tenemos un sistema muy complejo, donde hay muchas fuerzas policiales y eso muchas veces dificulta la operación.
¿Estados Unidos les ayuda en esas operaciones?
-Sí, nos ayuda mucho, principalmente con el esfuerzo para combatir el tráfico de drogas. Hay que hacer una diferencia en ese esfuerzo operativo y es que en esa área tenemos dos grandes problemas. Uno es el tráfico internacional por la posición geográfica del país, pues muchas veces pensamos que nada más somos zona de tránsito, que no nos afecta, pero no, una buena parte de la violencia en el país tiene que ver con el impacto del tráfico internacional. El otro son las disputas por el mercado local.
¿El desempleo agrava la situación?
-Claro. Cuando usted ve a más de 3.000 personas en condición de calle y cada una consume 30 o más piedras de crack a ¢1.000, entonces empieza a ser problema.
¿Qué trabajo realizan en Limón?
-En Limón trabajamos con Guardacostas porque en el pasado teníamos la marihuana traída de Jamaica, pero eso ha ido cambiando y Guardacostas ha encontrado armas, marihuana y cocaína, lo que hace pensar que se está dando un intercambio de armas por drogas en esa zona. Eso impacta a nivel de violencia en la provincia.
¿Qué debe hacerse en el mercado local de consumo?
-Si revisamos los homicidios ligados a ajustes de cuentas, un alto porcentaje se debe a disputas por mercado local. Es alarmante la situación de la gente de calle en estado de adicción y eso es algo pronto de atender desde otro punto de vista, requiere otro tipo de atención profesional. Habrá que hacer un llamado a las instituciones que tienen que ver con ese tema, el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) específicamente, porque es la única forma. Además del trabajo de contención de la policía en la calle. Si queremos resultados a mediano o largo plazo hay que atender esa problemática y no es solamente con el trabajo policial que se va a resolver. Además las drogas que se están consumiendo en ese mercado tienen un alto poder adictivo, entonces el tratamiento debe ser especializado y no se trata solo de dar atención psicológica, pues hay una afectación física que también requiere tratamiento, atención y al final los modelos exitosos de lucha contra las drogas tienen que ver con una solución integral. Una buena parte de eso es lo que hace la policía para luchar contra esas organizaciones con patrullajes, con vigilancia, con prevención, con decomisos, con la lucha que estamos haciendo por aire, mar y tierra. La otra es la prevención del consumo en los muchachos, donde hacemos un esfuerzo en escuelas y colegios, así como la gente que está fuera del sistema. Lo otro es la gente que ya está con esos problemas de adicción.
¿Trabajan desde las escuelas y colegios?
-Sí. Nuestra gente trabaja mucho en programas preventivos desde las escuelas y colegios. También lo hacemos desde el Programa Regional Antidrogas (PRAD).
¿PRAD sustituyó el programa DARE?
-DARE no lo hemos eliminado, está funcionando y lo estamos sometiendo a una valoración. El que va a trabajar a la par de DARE es un programa del Ministerio de Educación.
¿Cuánto ayudan a la policía estas organizaciones que dan comida a los indigentes, si lo que alimentan es una mula para el tráfico local de drogas?
-Ellos hacen una labor humanitaria y lo entiendo. Lo que pasa es que no es el tipo de ayuda que requieren estas personas, sino más bien una ayuda que los haga superar su adicción al alcohol y las drogas. Esa ayuda no se la estamos dando o son muy pocas las organizaciones privadas que existen en el país que lo hacen de forma gratuita.
¿Hay indigentes que abandonan los tugurios y llegan a la capital porque aquí los bañan, los peinan, les dan ropa y comida?
-Hemos llegado a intervenir lo que conocemos como búnkeres o lugares abiertos que se utilizan solamente para consumir. Por ejemplo, en una sola pensión llegamos a sacar 200 personas, algunas tienen un grado de lucidez, profesionales, jóvenes que dejaron todo botado y están en las calles.
¿Están en las calles porque les dan todo?
-Considero que depende del tipo de droga que consumen. No les interesa mucho comer, los que se benefician un poco más de eso son los que tienen dependencia del alcohol y la marihuana, pero los adictos al crack no.
¿Cuándo el tico descubrió el potencial para empezar a crear estos carteles caseros, pero además no dejan que carteles internacionales se metan en la operación?
-Esto se vino gestando desde hace muchos años. Hay teorías criminológicas que lo describen muy bien. Un día revisando un material de un curso en línea del Banco Interamericano de Desarrollo hacían referencia a la teoría ecológica, que hay una serie de factores que se conjuntan y al final permiten que este problema llegue a explotar de la manera que lo hizo para nosotros. En algunas comunidades se vino generando una serie de condiciones que favorecieron el actuar de estas organizaciones, entre todas ellas por supuesto que la más importante es el poder económico del mercado, pero además por las condiciones geográficas de infraestructura. Ustedes (DIARIO EXTRA) nos han acompañado muchas veces a algunas operaciones policiales y conocen de primera mano dónde están esos focos de violencia y algunos lugares efectivamente se han convertido en búnkeres. Ustedes saben lo que significan algunos lugares convertidos en búnkeres, cuando la policía consigue una orden para allanar es todo un desafío para las unidades especiales entrar. Esto no fue algo que se generó de la noche a la mañana, sino que tomó muchísimos años y vinieron adquiriendo mayor fuerza, mayor poder y mayores capacidades por el poder económico.
¿Qué pasa con las plantaciones de drogas en zonas indígenas?
-En la Unidad de Intervención Policial (UIP) hacíamos erradicación de las plantaciones de marihuana en las montañas de Talamanca y todavía se hace, pues lamentablemente utilizan a nuestros indígenas para eso. Pero los técnicos dicen que la marihuana nuestra no es tan buena como la jamaiquina por el concentrado de tetrahidrocannabinol (THC), componente activo de la marihuana.
¿Qué pasa con aquellos consumidores que ustedes detienen y judicializan, además de los que detienen y les aplican medidas como brazalete, pues no dejan de vender drogas?
-Estoy convencido de que la solución no es solo penal o policial, tiene que atenderse el consumo. Esta es una de las mayores debilidades que tenemos, por eso cuando usted va a los barrios del sur y ve a esos muchachitos en los búnkeres, de alguna manera como policía uno no deja de sentir impotencia. Esta es la realidad de la gente que está consumida en una problemática de salud porque no se es agresivo para atenderla.
¿Cómo espera que cierre el año la estadística de homicidios?
-Ha aumentado la violencia producto del tráfico de drogas. Los hechos más violentos y los ajustes de cuentas están directamente vinculados a esa problemática.
Pero en medio de eso se muere gente inocente.
-Es lo que hemos tratado de evitar por todos los medios, por se necesita algo más que el esfuerzo de la policía para atender esta problemática. Estamos haciendo una labor de contención en estas zonas prioritarias, mientras la Policía de Control de Drogas y el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) logran avanzar rápido con su trabajo para desarticular esas estructuras, de ahí que por ahora tenemos un 7% menos homicidios que el año pasado. Esa cifra se traduce en 37 decesos menos que en 2018.
¿Cuida la policía casas de narcos o personas ricas y los escolta, como decía un jefe policial en un audio?
-Hemos tenido casos de corrupción muy lamentables y no los vamos a esconder, pero todavía esta es una policía que se mantiene muy limpia en comparación con otras a nivel latinoamericano. Sin embargo hemos tenido casos por denuncias que ponen los propios oficiales o las jefaturas detectan, iniciamos todo el proceso y los sacamos. Probablemente eso se va a seguir presentando. De hecho, han pasado dos cosas: gente que logró burlar los filtros de reclutamiento e ingresó a la institución y otros que estando adentro son buscados por estas organizaciones para sus fines y logran corromperlos. Esa es una lucha que estamos dando constantemente.
Este reclutamiento de las organizaciones criminales en la Fuerza Pública es peligroso.
-Eso pasa y va a seguir pasando, es una realidad que no escondemos. Lo importante es que tengamos la capacidad de detectarlos y seguir con los procesos de investigación, donde siempre hemos tenido una política de comunicación permanente con el OIJ. Incluso me ha tocado tener personal nuestro encubierto para apoyar investigaciones de la policía judicial donde existe personal nuestro.
¿El policía bueno se corrompe o el crimen organizado penetra? ¿Qué otros factores inciden?
-Han pasado las dos cosas. En el pasado permearon esos filtros y lograron ingresar. También ha pasado que gente que no debería estar cae bajo el modelo corruptor de estas organizaciones. ¿Por qué caen? Las razones son múltiples y no creo que tengan que ver solo con el salario, se suma una serie de factores que necesariamente son la formación, los valores y los principios. De hecho, hay teorías sociológicas que le dicen a uno cómo actúan. He conocido policías más antiguos del proceso de formación cuyo salario es bajo por el rezago en su proceso de formación, mientras que los que han caído tienen mayor formación. Lo cierto es que somos una institución con muy buen estándar, aunque cada vez que pase (que se un detecte un oficial corrupto) nos van a criticar, pero no podemos sacarlos hasta comprobar que están en actividades criminales y luego dejarlos desarrollar para recabar la prueba e incriminarlos.

EXTRADIRECTO

• Fuerza Pública: Coraje y sacrificio
• Criminalidad: Combate
• Narcotráfico: Prioridad
• Violencia: Dolorosa
• Prevención: Nuestra esencia
• Oficiales de Fuerza Pública: Entrega
• Mercado de consumo: Desigualdad

¿QUIÉN ES?

Daniel Calderón tiene 24 años de pertenecer a la Fuerza Pública, se confiesa policía porque tanto su abuelo como su papá lo fueron y la inspiración viene de ambos.
Estudió en la Escuela de Oficiales, en Chile, donde se especializó y unos años después obtuvo el grado de estado mayor.
Después estuvo en la Escuela Nacional de Policía, en Costa Rica, donde hizo el primer curso básico, se especializó en drogas y estupefacientes.
Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Chile, donde cursó la maestría, pero tiene pendiente la tesis.
En Costa Rica su formación académica ha sido en Ciencias Políticas y Policiales, donde trabajó en el desarrollo de la carrera Ciencias Policiales y Criminología de la Universidad Estatal a Distancia (UNED).
Llevó cursos en Estados Unidos, Colombia y España. En Norteamérica fungió como instructor, donde entrenó y capacitó a policías de Latinoamérica en la Academia Winset.
Participó en secciones especiales como la Unidad de Intervención Policial, luego estuvo destacado en Jacó, Pavas y Guanacaste hasta alcanzar la dirección de la Fuerza Pública.
A sus 41 años está divorciado y es padre de dos hijos, uno de ellos lleva la carrera policial en las venas y estudia en la Escuela de Carabineros de Chile.
Se confesó saprissista, amante de las motos, le gusta andar en bicicleta, leer e ir al cine.

Vía – DiarioExtra

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