Dos de las tres especies de pez sierra habitan en Costa Rica y se están extinguiendo

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A simple vista llama la atención. Su apariencia de otra era resalta por encima de los demás peces y su larga sierra llena de afilados dientes infunde miedo y mantiene alejados a quienes lo ven.

El pez sierra habita en las aguas del Pacífico, el Caribe y los principales ríos de la zona norte de Costa Rica. Son activos por la noche y duermen en el día, pueden llegar a medir hasta ocho metros y se alimentan muy cerca del fondo del agua de cangrejos, camarones y otros peces, de hecho utilizan su sierra para golpear a sus presas.

Estos animales son poco reproductivos debido a que tienen que pasar aproximadamente 10 años para alcanzar la madurez sexual, sus períodos de gestación son muy largos (más de nueve meses) y cuando tienen crías nacen entre dos y ocho individuos.

Estas características específicas de reproducción, sumadas a la pesca, el deterioro y destrucción de su hábitat y al cambio climático han ocasionado que la distribución del animal esté experimentando una reducción mayor al 95 %.

Es por esto que, con la intención de determinar el estado actual de la especie en Costa Rica, Jorge Valerio Vargas y Mario Espinoza Mendiola iniciaron en el 2016 un proyecto de investigación para averiguar cómo se distribuye en Costa Rica y cuáles son sus principales amenazas.

“A nosotros nos preocupaba mucho que en Costa Rica desapareciera esta especie sin que nadie hiciera algo al respecto”, afirmó Espinoza.

 El estudio

El objetivo que ambos investigadores tenían era tratar de hablar con la población para que les dieran todos los datos posibles acerca del pez sierra. Se enfocaron principalmente en pescadores, pero también abarcaron a otras personas de la comunidad. Este sondeo los llevó a recorrer durante dos años las costas del Pacífico y del Caribe, así como los principales ríos de la zona norte del país.

“Sabíamos por reportes históricos que la especie se distribuía en todos estos ambientes. Le preguntamos a los pescadores cuánto conocían este pez, si lo habían capturado, cuándo y en dónde, si lo habían liberado o si se había muerto, si lo vendieron, si se lo comieron”, narró Espinoza.

De un total de 275 entrevistas realizadas en 42 comunidades, lograron confirmar 206 encuentros con el pez sierra de dientes largos (Pristis pristis) y únicamente dos con el pez sierra de dientes pequeños (Pristis pectinata).

Los datos recolectados revelan que estos individuos han experimentado una disminución sustancial, ya que el número de avistamientos o capturas pasó de 89 registros históricos hace más de 20 años a 24 en los últimos cinco años.

Muchas de las entrevistas les dieron información acerca de dónde estaba la especie hace dos o tres décadas y dónde está ahora. Esto les ayudó a reconstruir la redistribución y a empezar a ubicarse en los lugares en los que actualmente se ve a la especie.

“Nos llenó de esperanza saber que todavía hay muchos reportes y que hay dos zonas ‘calientes’ (Humedal Nacional Térraba-Sierpe y en la zona norte del país en varios de los ríos grandes que desembocan en el San Juan) en las que tenemos que trabajar con la comunidad para que la especie pueda perdurar”, agregó el investigador.

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