El calvario de los pensionados en Venezuela para poder cobrar 3,3 dólares en efectivo

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Luego de que los jubilados venezolanos recibieran un incremento en sus pensiones de Bs. 100.000 (1,1 dólares) para cobrar Bs.250.000 (3,3 dólares) por mes, hubo movimiento en las calles de todo el país. El objetivo fue el de ir a los bancos a buscar dinero en efectivo para garantizar la compra de alimentos. “Con billetes en la mano conseguimos la comida más barata y rendimos el presupuesto. Recibimos poco y por eso hay que inventar y tratar de resolver; todo está carísimo”.

Así lo explicó a Infobae Alejandrina Aponte, caraqueña de 73 años, quien comentó que “apenas depositan en los bancos lo que nos toca, vamos a sacar lo que podemos. En algunas ocasiones dan la mitad de la pensión en billetes a nosotros los que estamos en la capital, en donde las cosas no están tan malas como en los demás estados de Venezuela. Amigos y familiares en la provincia me cuentan que pasan meses enteros sin recibir efectivo”.

Dice que con su pensión compra pocas cosas “y lo gasto casi todo en transportación pública que también está costosa, sube de precio cada dos semanas. Cualquier medicina que controle la tensión alta cuesta un equivalente a tres pensiones. Y ahora que todo el mundo quiere cobrar en dólares, hablar de pagos en bolívares es algo extraño”, añade la señora Aponte.

Las personas se alinean para retirar una parte de sus pensiones fuera de una sucursal bancaria en Caracas, Venezuela, el 14 de septiembre de 2018. REUTERS / Marco Bello

Se queja de las horas de cola que hace para poder obtener efectivo: “Estuve desde las 11 de la mañana hasta las tres de la tarde tratando de sacar varios billetes. Esto no es justo porque no me dieron todo lo que corresponde a la pensión”.

En un país en donde la inflación de 2019 se ubicó en 7.334%, según cálculos de diputados a la Asamblea Nacional, el salario mínimo de Bs. 450.000 (6 dólares) y la pensión por vejez o incapacidad de Bs. 250.000 (3,3 dólares) no tienen poder de compra.

Representantes de gremios empresariales y laborales han advertido que en el sector privado se paga más y mejor, “pero esto no indica que los sueldos en Venezuela rindan para algo, lo que hacemos es sobrevivir con lo que resuelve la familia”.

Esto dice Jorge Verdugo, un pensionado que invierte su pensión en la compra de alimentos: “Lo que me pagaron alcanza para menos de un kilo de queso y varios huevos, así que el mismo día de cobro saco algo de efectivo de mi cuenta de ahorros para tener una basurita en la cartera. Lo demás lo gasto rápido”.

A las puertas de un banco privado señala: “Me da pena decir que mis hijas son las que me mantienen. Ninguna se ha ido de Venezuela y parte del salario que reciben es en dólares; eso es lo que nos mantiene a flote, una moneda distinta al bolívar. No me gusta hacer estas colas tan largas de varias horas, pero temo que se acaben los billetes y yo no pueda sacar efectivo del banco. Por eso soporto las esperas”.

Las personas se alinean para retirar una parte de sus pensiones fuera de una sucursal bancaria en Caracas, Venezuela, el 14 de septiembre de 2018. REUTERS / Marco Bello

El peor sitio

Y no solo es el ingreso mensual del retirado venezolano el que atenta contra su bienestar. Es el acceso a medicinas y servicios públicos en especial agua y electricidad. Es lo que estudiosos del tema llaman entornos vitales favorables.

La ONG venezolana Convite presentó hace unos meses el Monitoreo del acceso a la salud en Venezuela y la vejez en riesgo. Basado en parámetros de otra entidad sin fines de lucro, Help Age International, detectó que Venezuela está entre los peores países del continente para envejecer, junto a Honduras, Paraguay, Guatemala y República Dominicana.

Según el informe, en esta nación caribeña hay escasez de 6 de cada 10 medicamentos. Los que más faltan son los que tratan la diabetes, hipertensión, diarreas y problemas respiratorios, entre otros.

El ingreso mensual del anciano venezolano lo coloca en una situación vulnerable. Esto lo sabe Luis Acosta, de 76 años, adulto mayor en condición de discapacidad.

Explicó a este medio: “Un accidente me dejó parcialmente impedido para caminar. Uso bastón para poder andar. Acá en el banco me consideran y no me dejan hacer la larga cola que se arma los primeros días de cobro. Mi problema es que no me alcanza el dinero para comprar medicinas o para pagar a un fisioterapista privado que me ejercite las piernas”.

Asegura que vive solo en un apartamento en el centro de Caracas, “y se me hace difícil subsistir. Mi única hija vive en Chile y me manda algo de dinero cada dos o tres meses, ella tiene sus gastos allá y dos adolescentes que mantener. Por eso no pido nada, todos tenemos problemas. Yo lo que quiero es que la economía se arregle y yo pueda mantenerme con la pensión”.

Para José Silva, de 67 años, la pensión por retiro es un derecho, “y el gobierno tiene la obligación de pagarla a tiempo y de parar la hiperinflación, tenemos más de dos años ganando demasiado poco dinero”.

Dijo a Infobae que “Venezuela es el único país del mundo en donde la gente se pone triste y se preocupa cuando el gobierno decreta un aumento de sueldos y salarios. Maduro subió la pensión y dio un retroactivo de Bs. 100.000. En la misma semana todos los precios de la comida subieron: la carne, el queso, el pollo, el servicio de tv por cable, los remedios (medicinas). Esto es un círculo vicioso que está destruyendo al bolívar y a las pensiones”.

Asegura que su trabajo como taxista le genera algunos ingresos extra, “muy necesarios para mi familia. Mis hijos me ayudan con las reparaciones y el mantenimiento de mi carro (auto) y yo trato de hacer alguna platica todos los meses para comprar lo que se necesita en la casa”.

Vía – LaPatilla

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