Tras regresar a Venezuela luego de una gira internacional de tres semanas, Juan Guaidó dice haber tomado un nuevo aire en su lucha para derrocar a Nicolás Maduro.
Entre sus estrategias para incrementar la presión hay movilizaciones callejeras planeadas para el próximo mes y sanciones más fuertes contra allegados al gobierno y empresas extranjeras con las que se tengan vínculos financieros.
Recientemente, las sanciones impuestas por Estados Unidos alcanzaron a la corporación rusa Rosneft, pero Guaidó anunció en entrevista con The Associated Press que, además, habrá medidas contra otras empresas internacionales que, según dijo, son utilizadas por el gobierno para evadir a Washington.
Guaidó puso énfasis en aquellas que comercian con el oro venezolano, que calificó de “manchado de sangre” porque permitirían el financiamiento de “grupos irregulares”.
“Van a aumentar las presiones diplomáticas, las presiones financieras a financiadores de corruptos y violadores de derechos humanos”, dijo, aunque no detalló las empresas o países que podrían verse perjudicados.
En el aumento de la presión internacional contra Maduro, Guaidó resaltó el papel de Estados Unidos y la administración de Donald Trump, con quien sostuvo una reunión en la Casa Blanca durante su viaje.
Al preguntarle si confiaba en Trump, quien recientemente dijo a la prensa que lo respaldaba porque es a quien prefieren los venezolanos, Guaidó afirmó que sí. “Tuvimos una muy buena reunión; creo que es un hombre de palabra”.
Según el líder opositor, entre los temas que abordaron en el encuentro que mantuvieron el 5 de febrero, hablaron de “cómo se soluciona la crisis venezolana en diferentes áreas”, de la atención a la crisis de refugiados y de las denuncias de que “Maduro ampara terroristas”. Asimismo, se trató el crecimiento del narcotráfico y la producción de droga en Venezuela.
Pese al respaldo que Guaidó logró en su viaje por parte de Trump y de otros líderes europeos, como Boris Johnson y Emmanuel Macron, el político de 36 años que ha sido reconocido como presidente interino de Venezuela por casi 60 países, admitió que eso no es suficiente y dijo que es fundamental el aumento de la presión interna, que se ha visto afectada por la cada vez más mermada asistencia a las protestas.
Ante esto, el mismo viernes anunció una nueva escalada de manifestaciones durante una concentración con trabajadores en la capital.
Las movilizaciones contarían con el apoyo de los gremios de la salud, la educación y el transporte, y contemplan una marcha el 10 de marzo al Palacio Legislativo, que fue tomado desde inicios de año por las fuerzas de seguridad que le han impedido a la oposición ingresar al recinto donde ahora opera una directiva paralela encabezada por el diputado Luis Parra, quien fue expulsado del partido opositor Primero Justicia tras ser acusado de hechos de corrupción.
A más de un año de haber emprendido una cruzada para sacar a Maduro del poder, Guaidó se muestra optimista y decidido a seguir en su causa. Sostiene que la variable de éxito que el izquierdista tiene es que permanece en el palacio presidencial, pero que él está libre.
“¿Quién está más débil? ¿Quién está más fuerte? Yo estoy aquí dándole la cara a la gente”, agregó.
Más allá de esto, se sabe que uno de los factores que han mantenido a Maduro en el poder es la sólida relación que ha logrado preservar con los militares, quienes han ignorado los llamados de la oposición para apoyar su caída. Al respecto, Guaidó dijo que ha centrado su trabajo en “insistir en las comunicaciones, (en) construir un espacio para una transición que ofrezca garantías a ese sector”. Asimismo, aseguró que mantiene contactos a “todos los niveles”, pero no ofreció detalles.