Noche para la historia en el Santiago Bernabéu con una remontada del Real Madrid que se recordará para siempre. Cuando todo parecía perdido para el Real Madrid, con otro gol de un estelar Mbappé, el conjunto blanco jamás perdió la fe. Empujado por un Bernabéu en éxtasis y un Benzema en estado de gracia le dio la vuelta a la eliminatoria ante el PSG.
Con tres goles en algo más de un cuarto de hora del francés para sellar el billete para los cuartos de final de su competición fetiche, la Copa de Europa.
El feudo blanco se vistió de gala para una gran noche europea. El convencimiento de que la remontada era posible se palpaba en el ambiente. Los aplausos a Mbappé antes del comienzo del partido fueron la única tregua.
Después, el coliseo blanco rugió como en las grandes noches; consciente la afición de que el apoyo se su gente era necesario ante el magnífico rival y ante la presencia del deseado -y también temido- Mbappé.
Todas las miradas se dirigían hacia el galo, y con razón. Da igual que comparta equipo con Leo Messi, el vigente Balón de Oro. O con Neymar. La estrella es él. Es, sin discusión, el mejor jugador del mundo. Cada vez que cogió el balón, enmudeció el Bernabéu, consciente de que el gol estaba próximo a llegar.
Ya habrá tiempo para disfrutarle, o al menos eso confía la hinchada madridista, pero ayer lo que se palpaba era terror.
Ancelotti fue Ancelotti. Kroos al campo pese a su reciente lesión, Asensio en la derecha del ataque y Nacho como lateral para no romper la pareja de centrales habitual. Experimentos, los justos, nadie esperaba otra cosa del italiano y él fue fiel a su forma de trabajar. Y con su 11 de gala, el Madrid salió a morder, aunque la gasolina no durara demasiado. Fueron 10 minutos de presión bajo el calor de un entregado y que creía en la remontada.
Se creía, hasta que surgió Mbappé. Una contra bien lanzada por Messi acabó en un remate que blocó bien Courtois. Un aviso de lo que estaba por llegar. El galo, de nuevo por la izquierda pese a jugar de delantero centro con la entrada de Neymar en el once; se sacó otro disparo que de nuevo se encontró con el meta belga. La sensación en el campo era que el francés, tarde o temprano, la iba a liar.
Poco a poco, el PSG fue encontrando el balón. Sin crear demasiado peligro, pero aplacando así el ánimo madridista y con la idea de que en algún momento alguno de sus cracks decidiría el choque. El Madrid, mientras, comenzaba a vivir de jugadas aisladas.
Un disparo con rosca de Benzema se perdió cerca de la escuadra tras una parada milagrosa de Donnarumma; mientras que Vini estaba siempre bien atado y el cañón de Asensio ni aparecía ni se le esperaba.
Poco más de media hora tardó Mbappé en celebrar su primer gol en el Bernabéu. Nuno Mendes ganó la línea de fondo, cedió al francés y su potente disparo tocó la red madridista. Sin embargo, el fuera de juego del lateral luso anuló el tanto. Daba igual.
Apenas unos minutos después, otra jugada del PSG en una veloz contra acabó con el balón en los pies del galo; que profundizó por la izquierda y batió de nuevo a Courtois. Imparable.
Quedaban 45 minutos para remontar y el Madrid no tenía intención de rendirse. Pero las ganas eran mayores que su fútbol; el dominio era más ficticio que real y el gol siempre parecía más próximo al PSG. Una pérdida de Fede Valverde acabó en otro tanto de Mbappé, aunque de nuevo anulado. Y el galo casi hace otro en una jugada en la que tiró de potencia pero en la que se encontró con Alaba.
El Madrid estaba tocado, casi hundido, y Ancelotti movió -para lo en él no es habitual- pronto el banquillo; metiendo en el campo a Camavinga y Rodrygo por los fantasmagóricos Asensio y Kroos. A falta de fútbol, juventud y ganas.
La fe inquebrantable del Real Madrid
El Madrid presionó a Donnarumma con fe, encontró el fallo del meta y robó. Vinícius solo tuvo que controlar, pararse y ceder a Benzema, que marcó a placer. El Bernabéu pasó de la rendición al ‘sí se puede’ constante.
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Y los fantasmas se le apareciaron al PSG. Desapareció del campo sin explicación aparente y el Real Madrid olió la sangre. Dos minutos tardó Benzema en hacer dos nuevos goles. El primero, tras una jugada mágica de Modric. El segundo, tras un fallo de Marquinhos gracias a la presión de Vinícius.
En los últimos minutos se esperaba una reacción de los parisinos que jamás llegó. Hay una cosa que los petrodólares no compran, y es el espíritu. De nuevo, el megaproyecto galocatarí se va casi a las primeras de cambio. El Madrid le demostró que la Copa de Europa no se gana solo con el talonario.
Con información de 20 minutos
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