Perú debate entre masacres, drogas y política

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Sendero Luminoso (SL), la brutal banda terrorista que marcó la historia reciente de Perú, reapareció aparentemente en la vida política del país con un ataque que dejó 16 muertos y la duda, con importantes repercusiones políticas, sobre si realmente existen aún terroristas que respondan a esas siglas.

Los muertos, entre los que hay cuatro menores cuyos cadáveres fueron calcinados, son el saldo objetivo de un despiadado atentado cometido apenas quince días antes de las elecciones más controvertidas y polarizadas de la reciente historia democrática del país.

Autoridades, políticos, analistas y ciudadanos discrepan, sin embargo, sobre si realmente SL, de pavoroso recuerdo, está detrás de este atentado cuya oportunidad, objetivos, implicaciones y relato mismo son cuestionados y se añaden a la ya tensa situación política.

TERRORISMO REAL

Para la derecha peruana, representada por la candidata Keiko Fujimori y su principal asesor en temas de Interior, el exministro Fernando Rospigliosi, el ataque es categóricamente responsabilidad de SL.

Con una campaña centrada en vincular a su rival, el izquierdista Pedro Castillo, con la violencia política del pasado, los sucesos acaecidos en el aislado y conflictivo Valle de los Ríos Apurimac, Eme y Mantaro (VRAEM) parecerían reforzar su postura.

A saber: que el terrorismo es un peligro real, que el comunismo maoísta aún acecha y que si Fujimori no gana, la violencia ideológica indiscriminada está servida.

A la derecha se suman las Fuerzas Armadas y la Policía, cuya Dirección contra el Terrorismo confirma la «certeza» de que la autoría del ataque fue de «Sendero Luminoso» y no de «narcotraficantes», una aseveración hecha casi dos días antes de que el primer agente llegara a Vizcatán del Ene, donde se produjo el ataque.

«SL» NO EXISTE

Para muchos expertos en terrorismo, periodistas de investigación e incluso -hasta el pasado lunes- para las fuerzas del orden, SL ya no existe.

«Son hechos basados en la evidencia: SL, como estructura ideológica, política y militar, se acaba con la caída del «camarada Artemio». ¿Y qué queda ahora en el VRAEM? Una organización que bajo la estructura paramilitar de los subversivos se ha convertido en un grupo de mercenarios al servicio del narcotráfico», dijo a Efe Alberto Otálora, exministro de Defensa.

Esa tesis es la que manejaban las fuerzas del orden, que desde hace años vinculan a este grupo armado con el tráfico de drogas del VRAEM, y denominaban sus acciones categóricamente como «narcoterrorismo».

En el VRAEM se produce aproximadamente el 70 % de las más de 400 toneladas de cocaína que cada año son exportadas principalmente a Estados Unidos, Europa y Brasil.

«Lo que hay son veteranos de la subversión armada que ahora se denominan el Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP) y que trabajan a favor de las rutas del narcotráfico», insistió Otárola.

«CAMARADA JOSÉ»

Sin ambición política para asumir el control del Estado, sólo queda un grupo de unas 100 o 200 personas que siguen a Víctor Quispe Palomino («camarada José»), el último superviviente de los tres hermanos que han liderado esta banda criminal.

Antes del ataque, Rospigliosi ya había advertido sobre acciones inminentes de SL, e incluso horas antes del mismo habló de Vizcatán como punto caliente.

Fue también el primero en difundir, junto con Pedro Cateriano (exministro de Defensa, aliado de Fujimori), crudas fotos de la masacre en redes sociales junto con preguntas abiertas a Castillo sobre su capacidad para enfrentar al «terrorismo».

A juicio de Otálora, toda esta polémica sólo gira «en torno al favorecimiento o no de una de las candidaturas electorales», algo «equivocado y que atenta contra la vida de los miles de peruanos que perdieron la vida por la violencia terrorista».

TEORÍAS

Desde el lugar de los hechos, una aldea donde el narcotráfico es la principal actividad económica, la población no se atreve a aventurar quién está detrás de la matanza.

El ataque de hecho se parece muy poco a los actos del Sendero histórico: ni discursos, ni uniformes, ni tácticas, ni prácticas políticas (robaron a los cadáveres) son los habituales.

«Esto ha sido una masacre criminal, llanamente. Y tiene dos posibles explicaciones. Una es que se trata de un ataque exprés de los Quispe Palomino para beneficiar al fujimorismo», afirma a Efe Jaime Antezana, uno de los principales investigadores sobre narcotráfico y terrorismo en el país.

«Esta semana Castillo lidera las encuestas, y la derecha entra en desesperación. Ya había voceros de Keiko hablando de amenazas terroristas, coches bomba, banderas rojas, mensajes de que el ‘terrorismo’ pide no votar por Keiko… Por eso quieren que sea ‘Sendero’ el que perpetra la masacre, una profecía autocumplida», indicó el analista.

Esa tesis la sostiene señalando el claro patrón, repetido en 2011, 2016 y 2021 entre atentados en el VRAEM y elecciones en las que Fujimori tiene algo en juego.

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La otra hipótesis de Antezana es que hayan sido integrantes de la banda de Quispe Palomino actuando por libre como sicarios para realizar «un asalto a la medida» para poner al terror en la agenda política del país.

«En cualquier caso, o son los Quispe, o son sicarios, pero no es terrorismo», sentenció.

Entre 1980-2000 Perú vivió un sanguinario conflicto desatado por Sendero Luminoso (maoista), el grupo marxista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), que causó unos 69.000 muertos, según el informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR).

Fuente: EFE

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