El gobierno británico recalcó que el Brexit tendrá lugar el 31 de octubre, después de que el parlamento obligara al primer ministro, Boris Johnson, a escribir a Bruselas para pedir un nuevo aplazamiento del divorcio.
El sábado, los diputados aprobaron una enmienda para que el acuerdo que alcancen Johnson y Bruselas para el Brexit no sea avalado hasta que se adopte la legislación para implementarlo, con lo que activaron una ley que obligó al Gobierno a pedir la nueva prórroga.
La UE tiene tres cartas, de las cuales la AFP obtuvo copia. La primera, sin firmar, pide una prolongación de tres meses. La segunda, rubricada por Johnson, dice que no quiere ese aplazamiento. Y la tercera, del embajador británico ante la UE, Tim Barrow, precisa que la prórroga sólo se pidió para ajustarse a la ley.
A pesar de todo “saldremos el 31 de octubre. Tenemos los medios y la capacidad para hacerlo”, declaró el domingo Michael Gove, mano derecha de Boris Johnson, en una entrevista con Sky News.
En la BBC, el ministro británico de Relaciones Exteriores Dominic Raab también se mostró “confiado” y estimó que “hay mucha gente en la UE que no quiere una prórroga”.
En Bruselas, el presidente de Consejo Europeo, Donald Tusk, afirmó el sábado por la noche que “empezará a consultar a los líderes de la UE sobre la manera de actuar”. Según una fuente europea, las consultas podrían “llevar varios días”.
El domingo, durante una reunión breve en Bruselas de los embajadores de los 27, junto con el negociador europeo para el Brexit, Michel Barnier, se mencionó la demanda pero no se debatió.
“Todas las opciones abiertas”
“La Unión Europea guarda todas las opciones abiertas”, declaró a la AFP un diplomático europeo que pidió el anonimato.
Para el jefe del opositor Partido Laborista, Jeremy Corbyn, es una victoria: “a pesar de su postura irritable y fanfarrona”, Johnson tuvo que “respetar la ley”. “Su acuerdo perjudicial fue derrotado”, tuiteó.
La ley que obligó a Johnson a pedir la extensión fue adoptada en septiembre para evitar un “no deal” (Brexit sin acuerdo), algo a lo que el ‘premier’ se había declarado dispuesto si fuera necesario con el fin sacar al Reino Unido de la UE el 31 de octubre.
Esa ley estipula que si para el 19 de octubre el parlamento no había aprobado ningún acuerdo de salida, el primer ministro debía pedir el aplazamiento del Brexit al 31 de enero de 2020.
Johnson esperaba esquivar el texto haciendo aprobar, el sábado, un nuevo acuerdo de retirada alcanzado con la UE días antes, pero la Cámara de los Comunes aplazó su votación para inicios de la semana.
La noticia fue recibida con júbilo por cientos de miles de británicos que se manifestaron en Londres pidiendo un segundo referendo que saque al país de la crisis en que lo sumió la consulta de 2016, cuando el Brexit se impuso por el 52% de votos.
Johnson quiere una “conclusión”
La decisión del parlamento dejó al Reino Unido en la incertidumbre.
Johnson, quien llegó al poder a fines de julio con la promesa de sacar al Reino Unido de la UE a toda costa el 31 de octubre, se opone a cualquier aplazamiento del divorcio, previsto inicialmente para el 29 de marzo y postergado ya dos veces.
El primer ministro aseguró que no va a “negociar” un aplazamiento con la UE y aseguró que “la próxima semana” presentará la legislación necesaria para la ejecución del acuerdo del Brexit.
“Si adoptamos la legislación a tiempo, entonces no habrá prórroga”, aseguró Michael Gove. Para ello pueden contar con el apoyo de algunos rebeldes conservadores, pero el diputado laborista Keir Starmer ya advirtió que su partido luchará “con enmiendas”.
El texto negociado con Bruselas regula las condiciones del divorcio después de 46 años de convivencia, permitiendo una salida suave acompañada de un período de transición que dure al menos hasta finales de 2020.
Sin un acuerdo, el Reino Unido se vería ante una salida abrupta que hace temer a los sectores económicos el caos en las fronteras, la escasez de alimentos y medicamentos y el aumento de los precios, e incluso una recesión.