La relación entre Macron y Bolsonaro llena de desconfianza

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Las relaciones entre los presidentes francés Emmanuel Macron y brasileño Jair Bolsonaro, actualmente desastrosas, comenzaron mal desde el principio marcadas por la desconfianza, señalan los expertos.

Frédéric Louault, coordinador del Centro de Estudios de las Américas en la Universidad Libre de Bruselas, estima que «las relaciones entre los dos hombres comenzaron mal desde el día de la elección de Bolsonaro», citó AFP.

«Emmanuel Macron es el único jefe de Estado extranjero que impuso [a Bolsonaro] una especie de cláusula democrática», explica. «Reconoció su elección, indicó que Francia iba a continuar trabajando con Brasil, pero ‘en el respeto de la democracia'».

«Esta especie de cláusula desagradó a Bolsonaro, mientras que los demás jefes de Estado reconocieron su elección sin imponerle condiciones», añade. «Fue una especie de presión entre líneas, la expresión de una preocupación por su compromiso con la democracia».

Al contrario de lo que sucede actualmente, con el presidente brasileño lanzando tuits en los que comenta o reacciona a todas las declaraciones que salen de París, «no hubo reacción directa por parte brasileña, pero fue muy mal percibido», asegura el investigador.

La tensión fue creciendo durante las negociaciones para la adopción del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, en las que Francia insistió en que Brasil respetara los acuerdos medioambientales internacionales, algo que sentó igualmente mal a Brasilia, continua Louault.

Para Gaspard Estrada, director del Observatorio Político de América Latina y del Caribe en la universidad Sciences-Po de París, «en el aspecto ideológico, los dos hombres se encuentran en las antípodas». «Para Bolsonaro, Macron es la antítesis del tipo de liderazgo al que aspira», apunta. 

«Nunca escondió su lealtad a los valores [del presidente estadounidense] Donald Trump. La defensa del multilateralismo, del medioambiente, la voluntad de reforzar los sistemas de la ONU, todos esos valores que defiende Francia y Emmanuel Macron están prohibidos en el vocabulario de Bolsonaro».

La gota que colmó el vaso

«En el aspecto personal, está claro que el encuentro que tuvo lugar en el G20 en Osaka [en Japón, en junio de 2019] fue mal entre los dos.

«No estaban en la misma onda», añade Estrada. «La relación personal se rompió desde el principio y ahora, tras las declaraciones [en las redes sociales de Bolsonaro] sobre Brigitte Macron, ha ido a peor.

La relación se verá afectada por mucho tiempo». Francia además percibió mal que Bolsonaro anulara en el último momento una reunión agendada en julio con el ministro francés de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, mostrando su malestar con que la diplomacia francesa se reuniese también con oenegés que le son hostiles.

Sobre todo después de que el presidente brasileño publicara en internet una foto cortándose el pelo en el mismo momento en el que debía tener lugar la reunión, lo que llevó a Le Drian a hacer un comentario sarcástico sobre una «emergencia capilar».

La postura de Emmanuel Macron sobre los incendios en la Amazonía, considerada patrimonio común de la humanidad, fue la gota que colmó el vaso. «Cuando se habla de la Amazonía en la comunidad internacional, los gobiernos brasileños cualquiera que sean se tensan porque consideran que el 60% de la Amazonía es brasileña y que nadie tiene que venir a dar lecciones a Brasil», asegura Frédéric Louault.

«No les gusta la Amazonía como bien público mundial», continúa. «Dicen ‘los europeos destruyeron sus bosques, y no les corresponde venir a decirnos cómo debemos cuidar el nuestro'».

Philippe Moreau-Chevrolet, profesor de comunicación política en Sciences-Po, estima por su parte que el lenguaje popular que emplea el presidente brasileño en las redes sociales no es una casualidad.

«Desde el inicio de su entrada en política adoptó una comunicación del estilo de Donald Trump», analiza.

«Ese uso meditado de este lenguaje popular permite por una parte apoyar sus posiciones de una forma extrema, sin más discurso diplomático, [y por otra] también es para gustar a su electorado».

«El problema es que se está convirtiendo en un sistema absolutista, sin filtro, se está volviendo un poco peligroso», abunda.

Con información de AFP 

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