En un hotel de Bogotá, sin maquillaje y con mucho frío, Luisa Ortega desenvuelve una conversación que inicialmente se concretó como entrevista y concluyó en una tertulia.
Por: Vanessa Rodríguez / Miami Mundo
Luego de más de un año en el exilio, siendo una de las mujeres más señaladas tanto por el régimen de Nicolás Maduro como por gran parte de los venezolanos opositores, Luisa Ortega Díaz admite que cometió muchos errores, pero ningún delito por el que pueda ser juzgada.
Es la única respuesta a las acusaciones hechas por el Comisionado Especial de Seguridad e Inteligencia para Venezuela, Iván Simonovis, quien afirmado que “en algún momento” será juzgada por las decisiones que tomó antes de reconocer al presidente (E) Juan Guaidó.
Al ser consultada sobre cual sería su cuota de responsabilidad y errores cometidos durante su años de gestión con el régimen chavista dijo: “Yo no te puedo decir que es lo que dicen los otros, yo no temo en enfrentar la justicia, estoy decidida, pero si tengo que enfrentar cualquier proceso lo enfrento”.
Asimismo, expresó que “no puedo estar tutelando los conflictos y los complejos que tengan otras personas, las venganzas personales que otras quieran implementar, entonces todo el que tenga una rabia hay que complacerlo, mi interés es el de todos los venezolanos”.
Dice que no busca reconocimiento ni que digan “que buena ella”. Plantea que su objetivo es claro, “un compromiso de Estado, de país, de encarcelar a Maduro por robarse el dinero de los venezolanos, yo tengo el compromiso de que los violadores de DDHH paguen, a mi nadie me puede distraer de mi objetivo”.
La Fiscal exiliada, como ella misma se reconoce, afirma que quien hoy usurpa su cargo en Venezuela, Tarek William Saab, también forma parte de ese objetivo que tiene, “encarcelarlo”. “Yo voy por él, voy hacer justicia, por violador de los derechos humanos, por ladrón”.
Reiteró que Saab está involucrado en el caso de corrupción en la Constructora Conkor, así como también en el asesinato de un general, pero “oportunamente” mostrará las pruebas.
Cilia Flores, la fijación
A pesar de ambas ser dos mujeres influyentes en el gobierno de la V República, y piezas claves del gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez Frías, Luisa Ortega asegura que nunca fue amiga de Cilia Flores, esposa del usurpador de la presidencia de Venezuela Nicolás Maduro.
“Yo no se por qué ella tenía poca simpatía hacia mí, yo tampoco hacía esfuerzo por caerle bien a ella” (risas). Sin embargo, dice desconocer qué le hizo en realidad.
Recuerda que cuando agarraron a los “narquitos”, los sobrinos Flores, en Haití, inició la investigación inmediatamente, pero por cambios que había realizado Chávez con Iris Varela al Código Penal, las investigaciones internacionales llegaban a Cancillería. Alega que tiene el expediente original del caso, “fue uno de los primeros expedientes que protegimos“.
La decisión de salir
Según nos contó entre sentimientos de nostalgia, encantamiento y emoción, indicó que desde el año 2015 “enviando mensajes al país, algunos no quisieron oírlos otros periodistas si decían que pasaba algo con Luisa Ortega”.
Sin embargo, cuando ya no aguantó más y decidió pronunciarse pública y abiertamente, tras con la aprobación de la sentencia 8610, de militarizar la seguridad ciudadana.
Para hacerlo, desarrolla con su equipo más cercano la “tramoya”, durante la presentación de informe anual y desconocer la sentencia sin perder la transmisión televisiva controlada por el régimen.
“Coordino con Kevin (uno de sus asistentes en el momento) para que no me cortaran de Venezolana de Televisión”, ya que, según ella, cada vez que se iba a pronunciar en vivo le enviaban a alguien para vigilarla y tener el control. Entre risas, con expresión de picardía dijo: “le cerramos la puerta, esa era la garantía de que me dejaran en el aire, los camarógrafos no tenían la señal de que cortaran”.
Dosis de Patria
Asegura que lo hizo así porque “esperaba que las cosas se solucionaran de otra manera”. Cuenta que días antes de esto había recibido su dosis de patria, al salir del Palacio de las Academias en Caracas, la atacaron en la famosa “esquina caliente”.
“Me han perseguido los de la esquina caliente, me gritaban ‘traidora’ me dieron una dosis de patria, me gritaban improperios. Entonces yo decía si yo presento mi informe ante la Asamblea a lo mejor me van a golpear – yo estaba buscando que las cosas se solucionaran de otra manera”, cuenta entre risas como era atacada por ambos bandos de la polarización venezolana.