No comer lo suficiente o comer mal. Cada vez más países de ingresos bajos o medios se enfrentan al mismo tiempo a la malnutrición y a la obesidad, denuncia un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado el lunes.
Este «doble lastre de la malnutrición» pesa en «más de un tercio de los países con ingresos bajos o medios» (48 de 126), alerta este informe de cuatro capítulos publicado en la revista médica británica The Lancet.
Esta constatación confirma los hallazgos de otro informe publicado en octubre por Unicef, que lo acotó a los menores.
«Nos enfrentamos a una nueva realidad en materia de nutrición. No se puede asociar a los países pobres con la malnutrición y a los ricos con la obesidad», dice en un comunicado Francesco Branca, autor principal del informe de la OMS.
Este cambio está vinculado a la rápida transición alimentaria vivida en estos países. Mientras que una parte de su población no consume un mínimo indispensable de calorías, otra no tiene este problema pero su alimentación es de mala calidad.
Esta transición es tan rápida que un mismo individuo puede conocer los dos problemas durante su vida, «lo que aumenta los efectos negativos para su salud», entre ellos, el creciente riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, dice la OMS.
Según el informe, 2.300 millones de niños y adultos en el mundo tienen sobrepeso o están obesos, y más de 150 millones de menores tienen un retraso en el crecimiento debido a la alimentación.
Además, «los malos regímenes alimentarios son responsables de la muerte de un adulto de cada cinco (22%) en el mundo».
– «Cambios sociales» –
«Todas las formas de malnutrición tienen un denominador común: la incapacidad de los sistemas alimentarios de proporcionar una alimentación sana, segura, duradera y a un precio abordable a todo el mundo», explica el doctor Branca, director del departamento «Nutrición para la salud y el desarrollo» de la OMS.
Los autores del informe señalan las mutaciones que ha conocido el sistema alimentario mundial. El acceso a los alimentos y bebidas procesados, ricos en azúcares, grasas o sal es mucho más fácil en cualquier parte del planeta.
«La desaparición progresiva de los lugares donde se venden alimentos frescos, el aumento de los supermercados y el control de la cadena alimentaria por multinacionales en muchos países» son las principales causas, apunta uno de los autores, el profesor Barry Popkin, de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos).
A ello se suma la reducción de la actividad física en los países en desarrollo, debido a la mejora del nivel de vida.
Según el informe, este «doble lastre de la malnutrición» afecta a cerca del 35% de los hogares en algunos países, con niveles particularmente altos en Azerbaiyán, Guatemala, Egipto, Comores o Sao Tomé y Príncipe.
A veces, un mismo niño puede ser a la vez obeso y tener un retraso en el crecimiento debido a una alimentación demasiado rica en calorías y pobre en nutrientes (es por ejemplo el caso de la comida chatarra).
Para invertir esta tendencia son necesarios «cambios sociales mayores», concluye el informe que aboga por «nuevas políticas alimentarias que tengan como objetivo principal una alimentación sana».
Vía – AFP