Aunque el guardaespaldas personal de Fidel Castro durante 17 años murió en su exilio de Miami hace un año y medio, llevándose consigo secretos de alto voltaje de la vida del dictador cubano, muchos de ellos los reveló en su libro «La vida oculta de Fidel Castro». El que fuera también ex teniente coronel del Ministerio del Interior (Minint), Juan Reinaldo Sánchez, reveló información acerca de la gran riqueza acumulada por el líder comunista, mientras el pueblo cubano vivía gracias a las ayudas de la URSS, primero, y sobrevivía después a duras penas tras la desmembración del bloque comunista.
Sánchez, a quien Castro elegía en 1977 para formar parte del primer anillo de su seguridad, aseguró que el mandatario poseía una paradisíaca isla privada conocida como Cayo Piedra, más de veinte mansiones, una marina con yates, cuentas bancarias cifradas, una mina de oro, criadas, cocineros uniformados y hasta una fábrica de quesos para su uso personal.
Este licenciado en Derecho con formación en espionaje y contraespionaje, tirador de élite y cinturón negro de karate y yudo dedicó 26 años de su vida a la seguridad del expresidente de Cuba, 17 de los cuales fue su sombra. «Más que su ingratitud sin límites hacia quienes lo han servido, le reprocho su traición. Ha traicionado la esperanza de millones de cubanos», llegó a decir antes de morir.
El exguardaespaldas explicó en una entrevista a ABC que «uno de los mayores secretos de la dictadura cubana es la vida privada oculta que Fidel siempre ha mantenido como secreto de Estado, mientras exportaba al mundo la imagen de un sacrificado revolucionario que nunca se tomaba vacaciones, cuando en realidad vivía como un capitalista con todos los placeres de un monarca del siglo XVI y manejaba Cuba como si fuera un señor feudal».
“La Deseada”
Contaba Sánchez que en la mayoría de esas más de veinte mansiones repartidas por toda la isla se alojaban Castro y él durante los viajes. Dos de ellas contrastan especialmente con la vida llena de carencias de los cubanos. «La Deseada», un coto de caza situado en la provincia de Pinar del Río donde el dictador pasaba los fines de semana en la temporada de lluvias —acompañado de su segunda mujer, Dalia Soto del Valle— y disparaba a los patos que emigraban de Florida a la isla.
Vía – ABC