La Real Academia Sueca entregó este jueves el galardón a John B. Goodenough, nacido en Alemania, el británico Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino. Se premia que hayan abierto “la vía a una sociedad libre de energías fósiles”.
Las baterías de ion-litio comenzaron a desarrollarse en los años 70 para hoy tomarse el mundo, dominando la vida diaria con su presencia en los teléfonos celulares, los computadores portátiles y los vehículos eléctricos. Es una innovación que surgió a partir de una crisis de petróleo y por la que hoy se reconoce a tres científicos.
Son John B. Goodenough, de la Universidad de Texas, Stanley Whittingham, de la Universidad Estatal de Nueva York y Akira Yoshino de la Universidad de Meijo en Japón.
Fue Wittingham quien comenzó en la década de los 70 a buscar fuentes de energía alternativas a los combustibles fósiles y desarrolló una batería de litio a partir de un disulfuro de titanio. Goodenough desarrolló ese cátodo y en los años 80, después de una investigación, demostró que el óxido de cobalto intercalado con iones de litio puede generar hasta cuatro voltios, algo que terminaría abriendo el camino para baterías más poderosas.
Con la base del cátodo de Goodenough, Yoshino creó la primera batería de ion-litio comercialmente viable en 1985 que era capaz de cargarse cientos de veces antes de deteriorarse. Y es que la ventaja de estas baterías es que su base no es la reacción química que rompe los electrodos, sino que se fundamentan en iones de litio que fluyen entre el ánodo y el cátodo.
Estas baterías terminaron entrando al mercado en 1991 sentando las bases para una sociedad sin cables y libre de un combustible fósil.