El Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) presenta el informe de mortalidad por muertes violentas de niñez y juventud en Venezuela durante 2019. Como cada año, este 12 de febrero hacemos un balance de la situación de la juventud en Venezuela, reconociendo que hoy como ayer, los jóvenes siguen siendo protagonistas de sueños, esperanzas y contribuciones al desarrollo del país, pero también, lamentablemente, ocupan los principales lugares como víctimas y afectados por la violencia, y por la emergencia humanitaria compleja que afecta al país.
A la población joven del país le ha tocado afrontar una situación excepcional, ha experimentado directamente el hambre, la escasez y la falta de los servicios más elementales, como ninguna otra población la ha sufrido a lo largo de nuestra historia. Ha vivido una grave crisis y le ha tocado apoyar a sus familias; muchos han tenido que renunciar a su educación y otras oportunidades. Es una juventud que después de haber sido espectadora de la mayor riqueza fiscal que ha tenido el Estado en las finanzas públicas, se encuentra ahora sin lo más básico, sin transporte público, con frecuentes apagones y falta de agua, teniendo que cocinar en fogones de leña porque en su barrio nunca más llegaron las bombonas de gas. Pero es una juventud que sigue su vida con esperanzas, que participa en iniciativas de solidaridad, en pequeños proyectos; tiene el aprendizaje de la sobrevivencia y aprende a sobreponerse a pesar de muchas carencias. Hoy los jóvenes se saben héroes que conquistan victorias cotidianas: al llevar comida a la casa o conseguir los tobos de agua que hacen falta, y son los mismos jóvenes que luchan por las libertades y derechos que les han sido arrebatados. El presente es de esperanzas para miles de jóvenes que se han quedado en el país y creen en las posibilidades de recuperar la democracia y lograr una vida digna para todos. Para los jóvenes que han migrado es también de lucha, en otros contextos, y también es de dolor, por todo lo que han perdido, y porque les angustia no poder contribuir al bienestar de familiares y amigos que quedaron en Venezuela.
Por cuarto año consecutivo, el OVV presenta al país el Informe de Juventud con el propósito de conocer la magnitud y características de la violencia que afecta a niños, niñas y jóvenes, y con el fin de analizar el por qué ocurren estas muertes tan innecesarias, injustas y muy dolorosas. Una vez más, el monitoreo de la información nos permite constatar la cuantía de las muertes de una población cuya vida e integridad debe ser prioritariamente protegida por el Estado, con políticas públicas, programas y acciones que garanticen a esta población los derechos a un nivel de vida adecuado, a una formación integral y a contar con verdaderas oportunidades como sujetos corresponsables de su desarrollo personal y social.
Los datos que aquí se refieren corresponden al período enero a diciembre de 2019 y son datos que informan la mortalidad a partir de dos categorías: muertes violentas por Homicidios y muertes violentas por “Resistencia a la Autoridad”. En esta oportunidad no incluimos en el informe los datos de muertes en averiguación que suman para niños, niñas, adolescentes y jóvenes con edades reportadas un total de 1.492, lo que representa el 42% del total de muertes en averiguación con edades reportadas. Para esta categoría de muertes violentas el 11% de los casos asentados no tuvieron registro de edad.
El estudio detalla que 2.113 jóvenes fueron asesinados por resistencia a la autoridad, casi la mitad de las muertes violentas entre los menores de 30 años del año pasado.
La ONG indicó que entre las muertes a manos de las autoridades y cuerpos de seguridad del Estado, hubo 69 casos de niños y adolescentes menores de 18 años.
En este sentido, la ONG advirtió en su informe que esta cifra “cuestiona la idoneidad y el cumplimiento de derechos humanos por parte de funcionarios responsables de la seguridad pública y de cuerpos policiales o militares”.
Por ello, OVV instó a los órganos de administración de justicia venezolanos a investigar cada caso para “confirmar que se trata (de) muertes que ocurren para la protección de la ciudadanía” o “ante el riesgo inminente de la vida para los funcionarios”, y que, al contrario, no correspondan a “ejecuciones extrajudiciales”.
En cuanto a los 425 niños y adolescentes de hasta 17 años víctimas de homicidios, OVV precisó que la mayoría de los casos ocurrieron por “la acción delictiva”, aunque indicó que “también hay que lamentar casos de filicidios y otros asesinatos cometidos por familia”.
Costo humano de la violencia
OVV apuntó que las cifras ofrecidas “pueden ser mayores” pues hay 3.036 casos de muertes violentas registradas el año pasado en los que no se precisó la edad de las víctimas.
El informe advirtió del “costo humano” que implican “las altas cifras de muertes violentas” de jóvenes venezolanos y concluyó que entre los “importantes impactos negativos” para el país están la pérdida de población económicamente activa; la emigración masiva hacia el extranjero y el descenso en la llamada “esperanza de vida”.