Apenas cinco meses después de que el Real Madrid pensara que había resuelto el problema de Gareth Bale, ahora está preocupado por el problema aún mayor que le planteará a su regreso este verano.
La cesión del galés en Tottenham Hotspur no ha salido según lo planeado y el club del norte de Londres ni siquiera está considerando intentar retenerlo más allá del final de esta temporada.
Así que, en julio, Bale volverá al Real Madrid, ahora como jugador extracomunitario, a falta de un año de un contrato muy lucrativo.
Los indicios apuntan a que Bale no tiene intención de conformarse con nada menos que la totalidad de lo que se le debe en caso de una rescisión anticipada de su contrato con Los Blancos.
El costo de ese contrato para el Real Madrid es de 34 millones de euros al año, lo que es un precio alto para un jugador para el que tal vez no tengan espacio en la plantilla, especialmente porque ahora tendría que ocupar un lugar precioso fuera de la UE.
El efecto del Brexit en el fútbol es que Bale competiría por una plaza con Vinicius Junior, Rodrygo Goes, Eder Militao, Reinier Jesus y Takefusa Kubo, teniendo en cuenta que solo tres jugadores extracomunitarios pueden inscribirse en la plantilla de 25 jugadores.
El Real Madrid sabe que las negociaciones para pagar a Bale serán difíciles por decir lo menos, dado el precedente que sentó por el hecho de que fue el único jugador que rechazó un recorte salarial del 10 por ciento durante la pandemia.
El desafío seguramente será, por lo tanto, encontrar una nueva ruta de escape para el internacional galés, con la puerta de los Spurs probablemente cerrada detrás de él cuando se vaya.
El problema de Bale sigue acechando al Real Madrid y está lejos de resolverse.
