Tarek William Saab espera 20 años más para su título condensatorio

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Foto: Diario Público

Hoguera de una adolescencia intemporal es un ensayo de una biografía que espera por nuevas páginas. El poeta venezolano cumplió 60 años y zigzaguea cerebralmente hacia los 90

En septiembre de 2022 el poeta Tarek William Saab (TWS) arribó a los 60 años, edad en la cual recuerda los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro logran una interacción tan armoniosa que propicia la fecundidad creativa.

“Estoy en la segunda etapa de mi mejor momento”, apunta TWS, invitado a definir en qué fase de su recorrido de vida se halla.

“Tuve un mejor momento de ese periodo inolvidable que fue hasta 1987, cuando publico Los ríos de la ira. A partir de allí inicio una consuetudinaria militancia como fe de vida en la poesía y en la literatura que no solo me llevó a escribir sino a publicar y ganar los principales premios de literatura de la época”, pontifica el autor de El hacha de los santos (1992).

El hacha de los santos y Príncipe de lluvia y duelo se publicaron en 1992 y mereció elegios de importantes referentes de las letras venezolanas, como siempre recuerda TWS, que tampoco deja nunca de evocar su crucial experiencia de ese año al ser seleccionado para participar en un encuentro mundial de jóvenes poetas desarrollado en una localidad cercana a Málaga (España).

En tres semanas del febrero de ese año se terminó de fraguar su relación de interdependencia con la poesía. Allí abrevó de Mario Benedetti, José Saramago y Juan Goytisolo, entre otros dioses que estuvieron presentes como estimuladores de ese encuentro. Tenía 30 años.

“Ese gran momento me proyectó como una revelación de la poesía venezolana”, sintetiza.

Ahora tiene 60 años y juzga que navega en su segundo gran momento, gracias al el armado y divulgación de una antología poética sui géneris titulada:  Hoguera de una adolescencia intemporal.

“Aquí puedes encontrar la esencia de ese primer momento”, dice TWS.

El libro agrega ensayos sobre la poesía, análisis literarios, hace alarde de reportero al incluir una entrevista que le hizo a Juan Goytisolo. Hay una carta recibida de Fidel Castro y otra del ex presidente venezolano Ramón J. Velásquez.

“Y hay una postal de Jorge Amado donde resaltaba mi condición de poeta”.

Todo está condensado en este libro: Luchas políticas, cartas y fotos, un verdadero compendio de su obra y vida.

Lluvia: Poema fundacional

—¿El Tarek de 60 años siente que ha sido consistente con el que tenía 30 años y era una de las voces más potentes de la narrativa poética?

“Yo diría que nunca he renunciado a esa identidad, por supuesto que sí soy, y me considero totalmente leal a ese origen”.

Incluso asegura que se mantiene fiel a la etapa anterior a su mejor momento, en su paso por el liceo, donde escribe el poema Lluvia.

“Lo escribí en un cuaderno en medio de una clase de química. Pegado a un ventanal donde había árboles. Estaba lloviendo, yo tenía quince años”.

“Fue mi poema fundacional. La ventana y la lluvia son imágenes permanentes en mi poesía… la humedad, la nostalgia son permanentes en todo mi trabajo”.

—¿Y el optimismo?

“Es una nostalgia optimista. Es la nostalgia de una memoria idílica, del paraíso perdido pero recuperado cuando tú lo haces poesía y arte. Creo que eso es parte de lo que los críticos literarios han visto en mi obra”.

—¿Qué dicen hoy de ti los críticos?                   

“Luis Alberto Crespo -en un prólogo titulado La última tierra prometida de Tarek William Saab– califica mi poesía como una oda, un canto a la añoranza y la nostalgia de un tiempo perdido pero que recupero a través de mi poesía”.

Apela a antiguas fascinaciones como los méritos que en él encontraron siempre figuras señeras como Juan Liscano, Salvador García, Jesús Sanoja Hernández, Salvador Garmendia. Y actualmente su obra gana consenso en la crítica generalizada “a pesar de toda la polarización que ha podido existir y de mi protagonismo en las luchas sociales a nivel de cargos de Estado, sin renunciar esencialmente a lo que soy: un poeta”.

Su recorrido fuera de la poesía lo ubica como constituyente electo en 1999 y presidente de la comisión que redactó el capítulo sobre derechos humanos de la actual Constitución Nacional de Venezuela. Luego fue diputado y de allí pasó a ser gobernador dos períodos de su cuna natal: Anzoátegui.

Aunque no es una conversación política, por supuesto que rememora el significado en su vida y trayectoria de Hugo Chávez, a quien se unió en persona en 1994, tras la salida de la cárcel de Yare en el estado Miranda. Lo mismo Fidel Castro a posteriori.

De hecho, su texto Los hijos del infortunio es una inspiración relámpago de Fidel Castro que en toda entrevista ha de recordar Saab. En diciembre de 2005 ocurrió el trágico terremoto en Pakistán y en su histórico programa de solidaridad internacionalista Cuba mandó a 3 mil médicos a atender las emergencias.

—¿Crees que puedas tener  ese libro en menos de un mes para la Feria de La Habana en la primera semana se febrero? La pregunta reto se la hizo Fidel Castro y pocos días después del terremoto, el 2 de enero llegaba a Pakistán, experiencia agónica y trascendental de la que derivó el libro Los niños del infortunio, que tuvo una impresión superior al millón de ejemplares y ganó traducciones en varios idiomas, como el chino y el portugués.

“Fue un momento importante en mi creación literaria por lo que viví”.

Símbolos dramáticos sin fatalismo

Tarek William Saab Halabi es un abogado, político y poeta venezolano. Fue líder estudiantil, jefe de la oficina de derechos humanos del consejo municipal de Caracas entre 1993 y 1998

Tarek William Saab asevera que se profesa en la reinvención permanente, pero ello sujeto a la esencia y desde esta creencia desarrolla el tránsito de su creación literaria, de su búsqueda del arte, de la filosofía, del pensamiento y de la indagación del ser humano.

“Mi poesía tiene símbolos dramáticos, pero que no llegan a la opacidad del fatalismo”.

Dice que no cree en líneas rectas sino en el zigzagueo de la vida: “Creo en dar cinco pasos atrás, pero de pronto siete adelante”.

En este punto menciona a la psiquiatra y escritora suiza Elisabeth Kübler Ross.

“Ella decía que la gente verdaderamente bella era aquella que había conocido el sufrimiento, la caída, la derrota a los precipicios más bajos del alma, pero que luego te queda la voluntad de levantarte y renacer con una luminosidad increíble”.

“Yo soy muy leal a eso: por muchos fracasos que uno haya tenido, uno tiene que guardar en el alma siempre el optimismo, la mirada serena, el paso firme. Yo creo mucho en el equilibrio, en el noble sendero. Eso también me ha acompañado en un tramo largo de mi vida: en época de demasiada tensión saber que luego vendrá la calma”.

En su oficina de trabajo hay referencias visuales de su vida familiar, profesional y como escritor. No faltan Buddha y Siddhartha.

Hablando de fracaso y derrota, ¿qué significa para ti la obra de Rafael Cadenas?

“Yo conocí a Cadenas en los pasillos de la Universidad Central de Venezuela y tengo recuerdos de él como lector de mi poesía, siempre con una palabra de aliento”.

“Su poesía es algo impresionante, al igual que Caupolicán Ovalles, Gustavo Pereira, Ramón Palomares, Vicente Gerbasi, Juan Sánchez Peláez”.

Los poetas, escritores y mártires de todos los tiempos, a su vez, han sido homenajeados o más bien reivindicados por TWS, sobre todo cuando ejerció la primera magistratura de Anzoátegui: pobló avenidas y calles con sus nombres.

Estableció un parque que engalanó con bustos de Andrés Eloy Blanco, Varela Mora, Arthur Rimbaud, García Lorca, Kahlil Gibran.

Pero esta gestión tan sentida por él, había sido devastada por sed de venganza de sus enemigos, pero actualmente en proceso de recuperación.

“Donde yo vaya siempre voy a tener esa impronta”. Cada año la Fiscalía General de Venezuela convoca al concurso infantil de narrativa y poesía, dirigido por Enrique Hernández d’ Jesús.

“El camino no ha terminado, siento que estoy en una nueva etapa de mi literatura, que pudiera ser un reencuentro con lo anterior pero que va encaminado hacia algo definitivo”.

“Es la verdadera historia que me une a la existencia: la poesía, el poema, la literatura, el pensamiento. Es un compromiso sagrado, yo mismo me he retado”.

Cita que la poesía lo requiere las 24 horas, pero se acostumbró a abordarla en la quietud.

“Cuando estoy despierto me reclama y yo la atiendo en la medianoche, en el día voy pensando y sintiendo cosas, pero en la medianoche la atiendo”.

“Soy amante de la lucidez, he podido tocar fondo y me he levantado siempre”.

Rockero primitivo and hippie

Saab dice que nunca deja de buscar libros, de hojear páginas, rastrear cosas nuevas.

Busca nuevos referentes que no encuentra. Previo a la entrevista comparte en que quizá el último mohicano fue el chileno Roberto Bolaño, fallecido a los 50 años cuando ya hacía tiempo era autor de una obra robusta.

“Pareciera que hay descenso de una nueva generación de poetas a escala global. Los que pudiera estar sonando sus edades oscilan entre los 50 y 80 años. ¿Por qué? Hay que indagar. Una razón: que no ha florecido pero que va a florecer. Siempre estoy en esa esperanza”.

Acota que su poesía la labra en serenidad y que seguirá en ella por 20 años más.

Hoguera de una adolescencia intemporal es una juventud que no tiene tiempo. Si hubiere sido truncada yo hubiese muerto antes de los 30 años. Y tenía miedo de no llegar a los 30 años, por el peligro, uno veía que a todos los jóvenes los mataban. Llegué a los 60 y alcanzaré los 90”.

—¿Se considera un influencer?

“No sé, pero sí tengo muchos seguidores jóvenes”.

En su mundo digital interactúa casi con el mismo frenesí y rapto poético. Cuelga mensajes con soundtrack para tentar al público juvenil hacia sus poemas. Destaca entre sus preferencias una canción de la banda inglesa ColdPlay dedicada al padre, figura por la que TWS también guarda religiosidad sagrada.

“Estamos en un momento trascendente porque se hablaba de que el libro iba a desaparecer, pero tampoco podemos renunciar a la realidad digital”.

—¿Es un rockero frustrado?

“Yo no diría un rockero frustrado sino primitivo, al que su mamá le regaló una guitarra cuando tenía diez años pero que a los doce y trece se mete en la lucha política. Se va a Mérida a estudiar filosofía y letras y se lleva la guitarra Se la regaló a su hermano, que sí aprendió”.

“Es el rock ha sido algo importante en mi inspiración. En el fondo yo he sido un hippie de los años 60”.

Y alega las cercanías de Bob Dylan, The Beatles, Janis Joplin, Jim Morrison con la Beat Generation. Las referencias poéticas de Tarek William Saab están cundidas de Allen Ginsberg y Jack Kerouac ​

“Yo vengo de allí”.

—¿Ya tiene título de su biografía?

“Aún está por escribirse, me faltan unos veinte años más”.

Nota de Prensa

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